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Adiós al escritor y crítico John Berger, un explorador político de la mirada

Tenía 90 años. Vivía en las afueras de París, junto a los campesinos que retrató. Escribió novelas memorables y gestó “Modos de ver”, serie y texto claves de la crítica de arte.

Intelectual decisivo del siglo 20, autor de novelas y ensayos clave en el panorama cultural mundial, pintor, crítico, guionista y dramaturgo, John Berger murió este lunes a los 90 años en Antony (París). Nacido en Londres el 5 de noviembre de 1926, Berger vinculó siempre su trabajo al compromiso político, como sucede en G., novela experimental influenciada por el marxismo y el feminismo sobre un Don Juan decadente que representa el ocaso burgués. El escritor mereció el premio Booker en 1972 por la novela, 5 mil libras que compartió con las Panteras Negras, a las que reivindicó por resistir en tierras caribeñas explotadas por la institución inglesa que otorgaba el premio: ese gesto retrata con precisión a Berger.

Ese mismo año se emitió en la BBC su miniserie Ways of seeing (Modos de ver), en la que abordó nociones esenciales de estética, visión y crítica de arte como las planteadas por Walter Benjamin en su ensayo La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, recreándolas de manera innovadora, inteligente y audiovisual a la vez que oficiaba de elegante presentador. La serie, que después mereció un libro de igual nombre y consulta imprescindible reeditado hasta el presente, se volvió de referencia para críticos, docentes y artistas.

Berger comenzó siendo pintor, vocación por la que se escapó a los 16 años del colegio. Después obtuvo una beca para entrar en la Central School of Art de Londres, pero abandonó de manera temporaria los estudios para enrolarse en el Ejército británico entre 1944 y 1946, en plena Segunda Guerra Mundial. Al término del conflicto siguió estudiando arte, impartió clases de dibujo y empezó a redactar artículos en Tribune, donde tuvo como editor a George Orwell. Más tarde se abocó a la tarea por una década en New Stateman; allí se mostró defensor del marxismo y del realismo.

A los 30 años decidió dejar de pintar y dedicarse a la escritura, con la convicción de que el álgido escenario de Guerra Fría requería de esa arte. En 1958 publicó su primera novela, Un pintor de nuestro tiempo, un texto en primera persona sobre un pintor húngaro exiliado en Londres. El libro fue retirado al mes de las librerías por presión de una asociación de abogados anticomunistas.

Empujado por ese espíritu moral, político y humanista, a los 50 años, el escritor se fue a vivir a un pueblo francés de montaña de la Alta Saboya. Allí convivió con campesinos y llegó a definirse como uno de ellos. En la trilogía De las fatigas, gestada a lo largo de 15 años e integrada por Puerca tierra (1979), Una vez en Europa (1987) y Lila y Flag (1990), se dedicó a evocar con hondura y detallismo la extinción del campesinado y la progresiva movilización de la vida rural a la urbana. 

En 2013 había quedado viudo de la editora Beverly Bancroft, la primera en leer sus textos, a quien conoció a comienzos de la década de 1970 y con la que tuvo tres hijos. A ella le dedicó uno de sus últimos libros, el breve y sentido Rondó para Beverly (2015), publicado en castellano por Alfaguara como la mayoría de sus libros. Entre ellos se destacan Fama y soledad de Picasso (1965), De A para X (2008) o El cuaderno de Bento (2011). Interzona estaba recuperando sus primeras novelas, como El pie de Clive (1962) y La libertad de Corker (1964). Será esa editorial la que publique Confabulations, su último libro, en el que analiza el lenguaje desde dibujos, notas y reflexiones.

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