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Biblioteca Chocha: La máquina de proyectar sueños

Por Macarena Eiras / En esta ocasión le hacemos un espacio en nuestra biblioteca a la novela de Cecilia Szperling, "La máquina de proyectar sueños": fábula autobiográfica.

A través de los recuerdos conocemos a la protagonista de esta historia. Viajamos por su vida desde una mirada inocente pero sumamente curiosa. Escrito en primera persona con escasos diálogos, el relato no nos revela el nombre de la protagonista, pero podemos atisbar a llamarla Cecilia.

La historia se vuelve muy cercana por la forma particular que toma la autora para narrarla: cuenta el pasado en tiempo presente. A su vez, las anécdotas están contadas en orden cronológico, desde los 3 hasta los 15 años de la protagonista. Es divertida la manera en que la autora usa vocabulario adulto en una niña de 3 años y sin embargo compramos perfectamente la idea de infancia.

Cecilia es la hija del medio, la segunda entre tres mujeres. El padre y la madre de ellas son profesionales de clase media alta. Su casa es un petit hotel en el barrio de Belgrano, con un jardín un tanto descuidado en el que las chicas juegan con sus vecinos.

Los primeros años que recuerda la protagonista transcurren entre noches de insomnio. Esta niña tiene una imaginación gigante y la aterroriza la llegada de la noche en la que deambula por la casa en busca de alguna aventura. Cecilia se siente sola en una familia de sueño profundo.

A los 9 es fanática del laboratorio donde trabaja su madre. Le obsesiona todo, desde los tubos de ensayo hasta el olor a desinfectante. Pero a medida que crece también se le despierta el hambre de la escritura y del baile.

Cecilia es soñadora y curiosa al extremo pero no hace muchas preguntas, prefiere sacar sus propias conclusiones. Así a través de estas deducciones vamos conociendo su mundo y su familia, que se muestra cada vez más real y disfuncional. Con sus hermanas comparte risas y juegos pero cada una se aísla en su universo y ellas a veces se queda hablando sola. Coherente en su papel de hija del medio, ama pasar tiempo privado con su madre y con su padre lejos de sus hermanas.

La adolescencia aparece como un golpe esperado en el relato. Ya conocemos a la narradora desde los pañales y  nos imaginamos el funcionamiento familiar. Por eso es que logramos comprender a esta chica de 14 años que construyó una coraza alrededor de sus sentimientos. Una niña-mujer que ya no pide atención a los gritos y sin embargo recibe más de la que desea.

Al empezar la lectura, esta novela parece inocente, como la niñez,  pero cuando la cerramos nos deja un pensamiento nuevo, nos revuelve un poco por dentro, como la pubertad.

En esta fábula autobiográfica nos encontramos muchas veces con retazos de nuestra propia vida y nos sorprendemos sacandole el polvo a recuerdos preadolescentes a los que la madurez puede darles una última vuelta de tuerca.

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