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Amor, encierro y una “venganza de clase”: “Rabia”, de Sergio Bizzio, llega al teatro porteño de la mano de Tolcachir

Veinte años después, la novela argentina se convierte en un unipersonal que llena Timbre 4. “Las reverberaciones que tiene con el presente son evidentes”, dice el autor Por Claudia Lorenzón

A sala llena y en un clima de gran expectativa, Rabia, de Sergio Bizzio, llegó a Timbre 4, en un unipersonal protagonizado por Claudio Tolcachir, quien se pone magistralmente en la piel de un hombre que se esconde de la Justicia en la mansión donde su novia trabaja como empleada doméstica sin que ella lo sepa, dando vida a un personaje que, al igual que en la novela, su transformación opaca su costado delincuencial, logrando la empatía del espectador, a pesar de la peligrosidad que encarna.

La obra, editada hace 20 años por Interzona, tiene como protagonistas a Rosa, de 25 años, y a José María, de 40, quienes se conocen en la cola de un supermercado y se produce entre ellos una atracción inmediata. Rosa trabaja como empleada doméstica en la mansión de la familia Blinder y José María, como albañil. Se ven los sábados en un hotel sencillo que pagan a medias, hasta que un día, cuando los Blinder salen de vacaciones, él va a visitarla. Hacen el amor en la cocina, comen milanesas y papas preparadas de distintas formas, mientras miran la tele, y ella cuida que nada se salga de lugar, porque tiene prohibido hacer ingresar extraños a la casa.

En ese clima de convivencia amorosa y tensa transcurren los días de Rosa y José María hasta que la llegada de los dueños de casa se anticipa y él se escabulle y termina escondido en la buhardilla del lugar. Rosa, que cree que José María logró irse de la casa, lo empieza a esperar en los días siguientes, pero él no aparece y va a buscarlo a la obra donde trabajaba y se entera de que lo despidieron.

Dos días después de la llegada de los Blinder a la casa, la policía asiste a la casa para interrogar a Rosa porque José María está acusado de haber matado al capataz.

Desde su escondite, José María se convierte en un testigo fantasma de la vida de los dueños de casa y de su novia, sin poder accionar frente a las injusticias de las que es testigo, como el acoso constante del hijo de la familia. Desde las sombras, José María tiene que ingeniárselas para sobrevivir y empieza a observar y a escuchar, con mucha precaución, los movimientos que se suceden en la casa y, por momentos, también se enfrenta a su “yo” interior.

La obra de Bizzio, publicada por primera vez en 2004, está atravesada por un clima de tensión social heredado del 2001, que reverbera en el título desde los protagonistas de una clase social postergada, rechazada y maltratada por la clase alta o por quienes ofician de protectores de este sector social, como el encargado del edificio de los Blinder, y uno de los propietarios, depositarios de la discriminación y el rechazo hacia la clase trabajadora, más aun si el trabajador los enfrenta, como ocurre con José María.

“Rabia se publicó por primera vez en 2004, es decir que debo haberla escrito en el 2003 o 2002. Las reverberaciones que tienen el título y la novela con el presente son evidentes, tanto como las reverberaciones que tiene el año 2002 en el 2024. Siempre lo mismo, como si no hubiera pasado el tiempo. O como si el tiempo se hubiera plegado sobre sí mismo”, reflexiona Bizzio, consultado para esta nota.

“Recuerdo una observación de Graciela Speranza, que dice que Rabia es una alegoría de la violencia social urbana y ‘la creación de un héroe proletario que trama una venganza de clase’. Estoy de acuerdo con eso”, dice el autor que estuvo presente en el estreno de la obra.
Durante el largo tiempo de encierro, el protagonista se enfrentará a los dilemas que le plantea el encuentro con él mismo. También entrará en contacto con una enorme rata con la que se comunica en algún momento de absoluta soledad. De esta manera, la obra hace eje en un planteo sobre dimensión existencial del ser humano en una sociedad marcada por la desigualdad.

Protagonizada y codirigida por Tolcachir, la obra se presenta como un monólogo sensorial en el que el actor y creador de Timbre 4, actúa como relator de los hechos y se pone en la piel de los protagonistas asumiendo sus voces, logrando la plena atención del público, durante una hora y media aproximadamente, en un clima de tensión propio del aire de thriller que envuelve la obra.

En una puesta austera con luces azules y una escalera móvil como única escenografía –que representa a la inmensa mansión de cuatro plantas donde se desarrolla la acción– el actor se desplaza subiendo y bajando las escaleras, por momentos, y en otros, gira la estructura sobre el escenario, según la situación la requiera.

Sobre la puesta, Tolcachir opina que la economía de recursos permite “completar las imágenes. Hay un trabajo que me parece muy delicado, bello, con una escalera que permite este trabajo de ángulos, de puntos de vista y recorrer esta casa, la vida de este personaje. El trabajo de sonido es muy sutil pero bellísimo, no es música sino ambientes sonoros. No es una obra de show porque a mí no me interesa el bombardeo de estímulos y de efectos. El teatro a mí me gusta que suceda como accidente y que ese vacío que deja, que tiene que estar muy bien hecho, permita al espectador entrar en la historia y hacer su película”.

El guion, compuesto para la obra teatral, se ajusta en gran medida a la novela escrita por Bizzio. “El director me lo mandó cuando ya estaba escrito para ver qué me parecía y le dije que me parecía bien. Eso fue todo. Lo mismo con la versión teatral. Le dije a Tolcachir que hiciera lo que quisiera y como quisiera, con total libertad. Cualquiera que conozca a Tolcachir sabe que es un espíritu libre y cualquiera que haya visto alguna de sus obras sabe también que es un gran director, así que ¿por qué voy a meterme a opinar sobre algo que él conoce mucho mejor que yo?”, sostuvo el escritor.

Sobre la característica de su obra, llevada al cine en España con dirección de Sebastián Cordero y producción de Guillermo del Toro y estrenada en México y Francia, Bizzio afirma que su literatura es “bastante visual”. En este sentido, considera que en Rabia todo se ve, es cierto. A mí como lector también me gusta ver lo que sucede. Lo curioso de Rabia es que la acción va convirtiéndose poco a poco en una forma de pensar. Las acciones del personaje son la puesta en escena de sus reflexiones. Es todo un sistema reflexivo”.

Sobre la vivencia que José María tendrá dentro de la mansión, Bizzio dice haber escuchado “montones de opiniones distintas sobre las consecuencias del encierro y sobre la significación de cada una de las observaciones del personaje. Me alegra que una novela de prosa tan clara genere tantas ideas diferentes. Cada cual tiene la suya. Así que para saber cuál es la verdadera respuesta a tu pregunta hay que leer la novela, o ir al teatro a ver la puesta de Tolcachir”.

Rabia se estrenó el 14 de septiembre en el Teatro La Abadía de Madrid y se presentó por primera vez en Argentina el 25 de enero con cuatro funciones en el Teatro Auditorium de Mar del Plata. Luego de ofrecer una función en el Teatro El Galpón de Montevideo, se presentó el 16 de febrero en Timbre 4 (México 3554) y continuará hasta el 3 de marzo los jueves y viernes a las 21, los sábados a las 20 y los domingo a las 18.}

 

Fuente: Télam S. E.

Fotos: Prensa “Rabia” y Martín Rosenzveig.

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