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Caminando al borde del abismo

Por Carlos Belloni

Quizás con razón, se dice que Stanislaw Lem (1921 2006), maestro polaco de la ciencia ficción y de obras filosóficas de gran erudición, fue una de las mayores inteligencias del planeta. Quizás la vida le haya jugado una mala pasada haciéndolo nacer en una Cracovia oprimida y censurada y tal vez hubiera tenido una vida y una carrera muy distinta de haber nacido en otro lugar. Contra fáctico, por supuesto, pero no deja de ser una inquietud válida.

 

Digresión aparte, Lem fue una mente precursora que predijo que, por ejemplo, inteligencias artificiales auto replicantes -imposibles de distinguir de la inteligencia humana-, llegarán a producir obras de literatura y de filosofía ininteligibles para el ser humano debido a su complejidad y profundidad. La verdadera literatura nunca produce emoción sin inteligencia tanto como nunca produce sensibilidad sin ética. La obra de Lem es inteligente, ética y sensible en extremo. Habrá que ver si las IAs podrán superarlo.

 

En su última novela, "Fiasco", en el cenit de su madurez y antes de abandonar la escritura de obras de ciencia ficción, Lem cierra su carrera literaria con una obra tan lúcida como amarga. En el siglo XXI, la astronave Hermes emprende un largo viaje hacia el planeta Penta con la misión de establecer el primer contacto de la humanidad con una civilización extraterrestre. Tripulada por científicos y especialistas de la Tierra, sus descubrimientos de una cultura con avanzados desarrollos técnicos los llevará a elaborar las más temerarias y peligrosas especulaciones para interpretar la incomprensible indiferencia de los pentanos a todos y cada uno de sus intentos por establecer comunicación y efectuar el ansiado contacto con la cultura extraterrestre.

 

"Fiasco" despliega erudición científica y abre la puerta a especulaciones sobre las formas imprevisibles en que la vida podría manifestarse en otros mundos. Pero, ante todo, es una advertencia sobre la irracionalidad y la brutalidad que puede alcanzar nuestra especie al enfrentarse a lo que escapa a su comprensión.

 

Paralelismo subdesarrollado

 

El presidente javir Milei inició esta semana, una serie de viajes internacionales. Es cierto que no son viajes siderales como los que plantea Lem, ni son viajes para establecer contacto con culturas alienígenas; pero dado el aislamiento forzado al que fue sometido el país en las últimas décadas -el gobierno de Macri no alcanzó a abrir nuestras fronteras provincianas y feudales-; quizás la analogía se acerque.

 

En el frenesí siempre excesivo en el cual vive y del cual se nutre el presidente, apenas aterrizado en Tel Aviv, anunció que trasladaría la embajada argentina a Jerusalén, Ciudad Santa para las tres religiones abrahámicas más grandes del mundo. Acaso, ¿midió sus palabras? ¿Habló, acaso, como presidente de la Nación Argentina? El señor Milei, que carece de toda perspectiva y conocimiento sobre política internacional, ¿puede tomar una decisión de semejantes consecuencias geopolíticas para nuestro país sin consultarla con nadie y anunciarla de esa forma -intempestiva- sin el menor consenso con ninguna otra fuerza política u órgano institucional del país? El señor Milei, ¿se da cuenta del impacto que tienen las cosas que hace o que dice por el mundo?

 

Para ser jefe de Estado hace falta una perspectiva internacional. Desafiar a 1200 millones de musulmanes no sólo es una falta de respeto sino que, además, podría desencadenar la respuesta del más irracional terrorismo islámico. Argentina sufrió dos atentados terroristas -uno contra la AMIA y el otro contra la Embajada de Israel-; la Argentina denunció oficialmente la participación de funcionarios iraníes en estos episodios. ¿Es que Milei busca provocar a los fanáticos?

 

La Organización de Cooperación Islámica (OCI) condenó el anuncio del presidente destacando que la medida es una violación del derecho internacional y de resoluciones de Naciones Unidas, en particular de la Resolución 478 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que pide a los estados que han establecido sus misiones diplomáticas en Jerusalén que las reubiquen en Tel Aviv o en sus suburbios. La ignorancia en temas internacionales y la temeridad del presidente son preocupantes. La valentía sin inteligencia vale tan poco como la inteligencia sin valentía. También es cierto que la inteligencia no protege a nadie de la estupidez.

 

Por otro lado, ¿quién es Milei? El personaje que se abraza llorando al Muro de los Lamentos, o el protagonista de ese inexplicable baile fuera de todo protocolo, también, en el Muro de los Lamentos, al día siguiente? ¿O es el que asiste a la canonización, apenas dos días más tarde, de Mamá Antula en el Vaticano donde también llorará y comulgará antes de encontrarse de manera formal con el Papa; de quien se había referido en los términos más violentos e irrespetuosos posibles, estando en campaña?

 

Lo escribió Shakespeare con su acostumbrada belleza, "Pobres los seres inferiores, que entran entre los filos de esgrimistas poderosos". Lástima que Milei no sea un esgrimista poderoso; lástima que sólo sea alguien que quizás esté invocando fuerzas más allá de su comprensión y entendimiento. Lástima que, como en la obra de Lem, estos contactos con culturas que no conocemos ni comprendemos puedan terminar de una manera tan siniestra para nuestro país y para nuestra sociedad. Lástima todo. Fiasco infinito.

Ganador al mejor libro argentino de creación literaria: "El náufrago sin isla" de Guillermo Piro es la obra ganadora del Premio de la Crítica de la Fundación El Libro 2024