“Un clásico no es sólo un texto que tiene algo nuevo que decir en cada época”, escribió Carlos Gamerro en el estudio preliminar a su traducción de Hamlet, “un clásico es un texto del cual cada nueva época debe decir algo nuevo si quiere conformarse como tal”. ¿Qué debe decir entonces esta época; qué debe decir esta Argentina turbulenta de marzo de 2024 sobre el teatro de Shakespeare?
Ayer en el auditorio del Malba y acompañado por Cristina Banegas, Alejandro Tantanian y Lucas Magrit, Carlos Gamerro presentó la traducción de Macbeth que sale por Interzona. El libro incluye un largo ensayo previo y una multitud de notas sobre las escenas y los personajes. Esta es la quinta traducción que Gamerro hace del Bardo. Las anteriores fueron Enrique VIII (2001), la mencionada Hamlet (2015), El mercader de Venecia (2016), y Romeo y Julieta (2021).
Alguna vez Julia Kristeva dijo que cuando Shakespeare mató a Romeo y Julieta, en realidad lo que hizo fue salvarlos de que se convirtieran en Macbeth y Lady Macbeth. La casualidad —o la voluntad— hizo que el vínculo se diera naturalmente en las traducciones de Gamerro.
Como en las presentaciones de aquellos otros libros, el formato del encuentro en el Malba tuvo tres momentos bien definidos.
Comenzó con una breve disertación de Magrit, reconocido docente e investigador de la Cátedra de Literatura Inglesa de la UBA, que remarcó la dimensión política de la obra y cómo se imbrican allí las cuestiones domésticas con las públicas. Y también planteó una serie de diferencias entre Macbeth y Hamlet: “Acá no hay un personaje melancólico sino sanguíneo”, “Las escenas corren una tras otra; la voz de Lady Macbeth lleva al personaje a actuar”.
Y, en sintonía con la frase que abre esta crónica, Magrit señaló que las muchas versiones cinematográficas de Macbeth bien pueden leerse como un comentario sobre sus épocas. Ahí está la de Kurosawa que toma posición sobre la segunda guerra y la de Joel Coen que critica la era Trump.
Tras las palabras de Magrit, Cristina Banegas y Alejandro Tantanian leyeron algunas escenas de la nueva traducción: la carta que Lady Macbeth recibe de su esposo cuando le comunica que se ha cumplido la profecía de las brujas, la escena del asesinato del rey Duncan, la locura de Lady Macbeth, el momento en que Macbeth se entera de la muerte de la mujer.
Los dos estuvieron brillantes. Con una destreza natural como quien da un paso después de otro, Banegas y Tantanian fueron llevando al público hacia el centro de la tragedia.
El último en hablar fue el propio Gamerro, quien empezó por agradecer la presencia de quienes llenaron el auditorio y contó la feliz coincidencia de que la presentación del libro se hacía en su aniversario de casamiento. También explicó cómo nació su traducción: “Fue por un motivo menor, estaba insatisfecho con cómo sonaban las brujas en español”, dijo. Para él, el efecto maléfico de las brujas está en la potencia del lenguaje. Entonces pensó en traducir los conjuros y, si lograba mantener la malevolencia, iba seguir con el resto de la obra. Además, el canto de las brujas está en octosílabos —tan cercano a la gauchesca— frente al pentámetro yámbico de los demás personajes.
Luego se tomó unos minutos para señalar por qué Macbeth podría ayudarnos a pensar nuestros días. Fue un discurso encendido. Si no fuera porque es siempre un hombre elegante y sabe dominar las sutilezas de la lengua, podría decirse que estaba en llamas. “Ayer (por el domingo) fue 24 de marzo, la fecha más triste de la historia”, dijo, “pero también la que nos encuentra unidos marchando”. Y criticó la actitud del gobierno nacional que busca minimizar los crímenes de la dictadura y pone en duda el número de desaparecidos. “Cuando decir 30.000 es un gesto de respeto y compasión hacia las víctimas”.
“Pero también hay otro plan sistemático despiadado sobre la cultura”, dijo, y cuestionó el avance sobre el Fondo Nacional de las Artes, el Cine Gaumont, el Programa Sur, pero también sobre el INADI, el CONICET, las universidades públicas nacionales y hasta el lenguaje inclusivo. “Se propone que la cultura, la ciencia y la educación son superfluos, innecesarios, que son un lujo”.
Gamerro comenzó a traducir Macbeth hace tres años. Casi al mismo tiempo empezó a escribir una novela distópica que está a punto de terminar, en la que un candidato de extrema derecha llegaba a la presidencia y convertía el 24 de marzo en el Día de los Salvadores de la Patria. “¿Hacia allá vamos?”, se preguntó.
El miércoles 3 de abril a las 17, la Legislatura de la Ciudad reconocerá a Carlos Gamerro como personalidad destacada de la Cultura
Fotos: Fernando Bruno/Malba