Gustavo Dessal es psicoanalista, miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y Docente del Instituto del Campo Freudiano. Es autor de ensayos y obras de ficción. “El caso Mike” es la segunda entrega de una trilogía que comenzó con “El caso Anne”. Su último libro de ensayo es “Inconsciente 3.0”.
Margarita Sánchez-Mármol: Pessoa decía que la literatura existe porque el mundo no basta. Usted lleva toda una vida dedicándose a la escritura, es un autor aclamado, uno de los escritores argentinos de mayor proyección internacional, sus publicaciones abarcan distintos géneros literarios y sus libros han sido traducidos a cinco idiomas. ¿Cuáles son los motivos que le llevaron al oficio de la escritura?
Gustavo Dessal: Bueno, le agradezco mucho este comienzo, pero no soy un autor tan conocido como usted cree en el campo de la literatura. Tal vez se me conoce un poco más por mis ensayos psicoanalíticos. Pero voy a lo esencial de su pregunta, que es mi relación con la escritura. ¿Qué me condujo a eso? Hace poco un gran amigo, evocando a Ricardo Piglia, me interrogó sobre el mito originario del escritor, es decir, esa ficción que “explica” cómo un buen día alguien toma un papel y un lápiz para fabricar una historia. En mi caso debo remontarme a lo que inició mi condición de lector, muy temprana, puesto que a los cuatro años aprendí a leer y desde entonces nunca he dejado de hacerlo. Nací en un hogar de lectores, mis padres poseían una cultura literaria importante, pese a ser personas que carecían de formación universitaria. Pero la influencia mayor vino de la mano de mi abuela materna, en cuya biblioteca se encontraban las obras fundamentales de la literatura. Ella me inoculó el amor por los grandes clásicos. Escribí mi primer cuento con ocho años, una recreación de un relato de Christian Andersen. Desde entonces, la escritura se convirtió en una praxis constante. No puedo imaginar mi vida sin eso.
M.S.M.: “A pesar de que los pies estaban desnudos, como también el resto del cuerpo, se podía percibir el sonido sordo del hombre que corría espantado en medio de la ciudad y de la noche de aquel mes de julio”, con estas palabras arranca la aventura de la novela. ¿Cuáles son los rasgos que propician el interés de este personaje que vive inmerso en el mosaico de la realidad virtual?
G.D.: El protagonista de este libro es un hacker, al mismo tiempo que un hombre gravemente trastornado. Encarna toda una generación que vive en un mundo terriblemente cruel, donde no hay ninguna orientación posible. Para esa clase de personas, internet se ha convertido en el hábitat “natural”. Un hábitat en el que las categorías de verdad, ética, ideales, están completamente alteradas. El personaje representa un lado oscuro del mundo actual que por desgracia se va normalizando: los desechos del sistema, los “daños colaterales” de esta guerra que el capitalismo viene librando desde siempre, pero que en las últimas décadas ha cobrado una ferocidad que nos retrotrae a sus inicios.
M.S.M.: ¿El personaje de Mike está basado en un caso real?
G.D.: No. Es totalmente imaginario. La escena con la que el libro comienza es un fragmento de un sueño que tuve hace unos años. Es una de las experiencias con las que se dispara la creación en mi caso: un sueño, un fragmento de escena observada en la vida real, una noticia, un trozo de relato que alguien me ha contado. En “El caso Anne”, el trasfondo de la historia es el Holocausto. “El caso Mike” está contado sobre el “backstage” de una metarealidad que nos es desconocida para la mayoría: la paranoia como sistema de control geopolítico. Desde que Edward Snowden reveló las alianzas establecidas entre los principales servicios secretos de las grandes potencias occidentales, empezamos a enterarnos de que nuestras vidas han dejado de pertenecernos, que somos una cifra en un gigantesco sistema de datos que registra todos y cada uno de nuestros movimientos, conductas, elecciones, aspiraciones. Al principio la gente no creyó gran cosa de todo esto, y muchos siguen sin querer saber sobre el tema, porque desde luego es muy inquietante. El poder se ha organizado de otro modo, y la transparencia de nuestras vidas cotidianas e íntimas aumenta en la misma proporción con la que se oscurece la lógica del poder. Todo ha llegado al colmo del absurdo, en el cual los servicios secretos que se intercambian información a su vez se espían entre sí, formando una trama extraordinariamente compleja en la que de pronto el hilo lógico se pierde y ya nadie sabe quién trabaja para quién. La ciencia ficción y las novelas empalidecen ante esa dimensión en cierto modo acéfala, puesto que en el fondo ya no se sabe quién está al mando de qué cosa.
M.S.M.: ¿Qué hace que Mike quiera desaparecer? ¿Qué sostiene este deseo?
G.D.: La denominada “globalización” es una transformación de la topología del mundo. Significa que no existe ya más un “afuera”. Es imposible salir del discurso capitalista, incluso aunque alguien pertenezca a un clan en las montañas de Afganistán. El capitalismo es una lógica que se ha apoderado de toda la realidad del planeta, porque es transpolítico, transcultural. No hay un discurso alternativo en el que refugiarse. Mike representa esa impotencia para escapar a alguna parte. Hoy en día hasta un ermitaño encontraría dificultades para mantener su anonimato. No hay salida, no existe el anonimato. La prueba es que si alguien no se encuentra en Google, es porque no existe.
M.S.M.: Sin duda, estamos ante una novela fascinante por muchas cuestiones. Una de ellas es que nos sitúa en una encrucijada entre el mundo real y el mundo virtual, en constante cambio y a una velocidad vertiginosa. En su opinión ¿De qué manera influyen las nuevas tecnologías en nuestras vidas?
G.D.: Documentarme para escribir esta novela me obligó a leer muchas cosas, al punto de que en determinado momento el material que había recopilado me permitió escribir otro libro, un ensayo sobre psicoanálisis y tecnologías que publiqué con el título de “Inconsciente 3.0”. No existe el más mínimo aspecto de nuestra vida que no esté de alguna u otra manera “intervenido” por las tecnologías. Hemos pasado de servirnos de algunas tecnologías que contribuyen a facilitarnos la cotidianidad, a convertirnos en objetos de un discurso que nos transmuta en datos, y que se propone cifrar, numerar, contabilizar todo lo que hacemos. Nuestros deseos, nuestras elecciones, nuestra felicidad y nuestra desdicha. El ser humano es objeto de medición en todas y cada una de sus facetas. Una medida falsa, como ya lo demostró Stephen Jay Gould, pero que ha triunfado como narrativa, convirtiéndose en el paradigma hegemónico.
M.S.M.: La escucha precisa y la honestidad ética del Dr. Palmer nos conquistó en “El Caso Anne: Lecciones para sobrevivir a la noche más larga”, ¿Cómo se gestó este personaje?
G.D.: Durante años mantuve una frontera demasiado estricta entre mi oficio de psicoanalista y el de escritor. “El caso Anne” es el resultado fortuito del encuentro con un caso real, pero no de mi propia práctica. Entonces pensé que tal vez podía ser una buena oportunidad para reunir mis dos actividades “lenguajeras”. Escogí un entorno relativamente alejado de los estereotipos sobre la figura del analista. Tenía que imaginar cómo convencer al lector sobre la existencia de un psicoanalista de orientación lacaniana en un país donde eso fuese algo fuera de lo corriente. Boston es una ciudad fascinante, por su belleza, su vida cultural, su tradición universitaria. “Fabricar” al doctor Palmer fue el resultado de un collage. Su vida dista mucho de ser la mía, y no obstante hay mucho de mí en ese personaje. En cierto modo resume lo que para mí representa el psicoanálisis tras muchas décadas de ejercicio. A través del doctor Palmer me permito decir lo que ha dejado en mí esa experiencia que aún prosigue, y darla a conocer a los profanos. Un de las mayores satisfacciones que he recibido fue una lectora que asistió a una de las presentaciones de “El caso Anne” y que se acercó para decirme que jamás se había interesado por el psicoanálisis, que nunca en su vida se plantearía psicoanalizarse, pero que sin embargo se había sentido fascinada por la historia y por lo que un psicoanalista puede hacer.
M.S.M.: Los personajes femeninos de la novela tienen rasgos únicos, aparecen como mujeres corrientes pero son realmente extraordinarias. ¿Qué cree que aportan estos personajes a su obra?
G.D.: Atlas, el héroe condenado a sostener el mundo sobre su espalda, es una falsa representación. Desde sus orígenes, son las mujeres las que llevan el peso fundamental de la civilización. No creo que exista una “naturaleza” femenina que deba ser objeto de sacralización, pero al menos en la actualidad comenzamos a saldar la terrible y grave deuda histórica con las mujeres. Las mujeres se analizan mucho más que los hombres, por su relación con la castración, con la verdad, y porque retroceden mucho menos que los hombres ante lo real. Tenía que rendirles mi modesto homenaje, y las pacientes del doctor Palmer me han permitido transmitirlo.
Gustavo, quedamos muy agradecidos por este maravilloso encuentro, por la espléndida novela que acaba de publicar y por la historia de amistad con librería Muga.