Bisa, la bisabuela de José, tiene 102 años, agoniza y ya no quiere vivir. ¿Tiene derecho a elegir su final? José parece lidiar con esta pregunta cuando la invita a subir a una silla y casi sin pensarlo, la ayuda a saltar por el balcón. Con esta escena impresionante, Francisco Moulia inicia Tácticas de superación personal, que deberá remontar una apuesta tan fuerte. Porque éste no es el final, no se trata del recurso in extremis que invierte el orden cronológico de los hechos y lleva la novela hacia un desenlace conocido. Tácticas de superación personal narra el después del acto, el viaje del protagonista al valle de Traslasierra, en Córdoba, donde tratará de recuperarse emocionalmente en la casa que le presta su "tía" Luisa. La historia se refiere en el diario que escribe José durante los 88 días que dura su estadía. Escribe como disciplina y analiza sus emociones, pensamientos y temores; transcribe algunos párrafos de Ser uno, un libro de autoayuda que encuentra en la casa y funciona como un subtitulado que traduce su crecimiento en responsabilidad y conciencia -contrapunto que a veces es guía y otras, espejo-. Regresa a la escena inicial y sus derivaciones judiciales y familiares. También narra las acciones que se suceden: la vida con Cuca, su nueva perrita, las visitas de su madre o su abuela, que lo han perdonado, y sobre todo, las dos relaciones que entabla: con el inquietante señor Iván, un científico retirado de edad indefinida que todos los días golpea con sus puños el nogal del terreno de Luisa; y con Maite, una joven que lo ayudará en su maduración emocional. La historia sobrevuela el fantástico y tiene diferentes variantes de la muerte como tema: suicidio asistido, suicidio por engaño amoroso, envenenamiento y no muerte -o el deseo de inmortalidad-. El clima intimista, propiciado por el tono confesional del diario, se impregna de la mirada sensible y curiosa de José, que fisgonea en la casa del vecino señor Iván y descubre otro diario personal, recurso duplicado (como una caja china) a través del cual se entera de quién es y qué hace su vecino. En esta zona del relato, el lector termina sabiendo más que el protagonista, cuya ingenuidad es más funcional a la trama que a la eficacia de la historia. También adiciona fragmentos de la vida de la bisabuela, cuya justificación sólo se sostiene por el deseo del protagonista de escribirla en su diario. Moulia ya había relatado con anterioridad (en un periódico local) un conmovedor retrato de Bisa, más eficaz que los fragmentos insertados en esta ocasión. De estilo ágil, con humor y ocurrencias, la novela explora los efectos de ciertas decisiones extremas y las polémicas que suscitan en quienes las han tomado y en el entorno: es el caso de la muerte asistida, el suicido y la no muerte (o la muerte como límite).