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Diez libros que narran la infancia

Por Daniel Gigena / Desde los años 90, varios escritores argentinos crearon en sus novelas una región habitada por chicos y chicas que fue creciendo con experimentación y nuevas búsquedas. Aquí, una selección de esas obras, contadas por sus autores

¿Por qué en la literatura argentina no existen libros como Alicia en el país de las maravillasOliver Twist, Las aventuras de Huckleberry FinnEl cazador oculto o Frankie y la boda, por mencionar modelos universales de narraciones protagonizadas por niños? En el siglo XIX, la literatura nacional abordaba los conflictos sociopolíticos y, como era de esperar, los representaba con gravedad (aunque en ese entonces Miguel Cané escribió Juvenilia). En el XX, las temáticas urbanas y "adultas" relegaron a los chicos a las memorias (como Cuadernos de infancia, de Norah Lange) y a los universos discretos de los cuentos. Silvina Ocampo, Manuel Mujica Lainez, Álvaro Yunque, Julio Cortázar, Abelardo Castillo y Angélica Gorodischer recrearon infancias malévolas, audaces, sufridas o fantásticas. Imposible olvidar Las tumbas, de Enrique Medina, o "El niño proletario" de Osvaldo Lamborghini, textos en los que se condensaban las tensiones sociales de los años 70. Manuel Puig aportó lo suyo con La traición de Rita Hayworth, protagonizada por Toto, el niño fanático del film Sangre y arena. No obstante, en los años recientes varios libros de escritores locales crearon, si no una tradición, al menos una región habitada por chicos y chicas de novela que creció con experimentaciones, búsquedas y mitologías. Vera Fogwill, Lucía Puenzo, Cecilia Szperling, Juan Diego Incardona, Luciano Lamberti, César Aira y Sergio Bizzio, entre otros, ensayaron narraciones donde la niñez relumbra en un arco de aventuras y posibilidades.

El carapálida. Luis Chitarroni, Tusquets, 1997 (reeditada por Interzona)

"Es una novela con demasiados personajes, demasiada risa y demasiado miedo, que escribí para dejar de acordarme de mi infancia -cuenta Chitarroni-. No lo conseguí, pero sí pude aislarla como el planeta Krypton de Superman: sigue allí con sus pavadas, trofeos, contagios, insultos y con el estremecimiento, la inminencia de temblor que significó haberla cursado poco antes de la dictadura militar. Todos los signos están latentes en esta protohistoria de la falta de ideas: los sumisos, los afables, los represivos, los irreparables y también los otros, claro. Pero por suerte se puede leer sin que el lector los tenga en cuenta." Beatriz Sarlo apuntó que Chitarroni describió, "en el borde de lo cómico", la oralidad de un mundo cerrado: el séptimo grado de una escuela de varones porteña. La novela de fantasmas del autor de Peripecias del no y Siluetastranscurre en 1971.