El escritor argentino lleva casi ocho años viviendo en Francia, entorno que aparece por primera vez en los relatos de su nuevo libro, Imaginario.
Edgardo Scott está en el departamento de París donde pasa parte de la semana. Espera la llegada desde la Argentina de su pareja la escritora Ariana Harwicz y del hijo de ambos Elliot para irse a la casa que alquilan en el campo a doscientos kilómetros de la capital francesa porque el chico tiene que empezar las clases allá.Scott emigró hace casi ocho años y algo de ese salto que lo llevó de Lanús a Europa ya empieza a permear en su literatura.
La prensa especializada como L’Equipe o So Foot les da importancia a la pica surgida por la final del Mundial a los pequeños escándalos a los silbidos al Dibu Martínez en Lyon pero la cultura francesa no siente tanto el fútbol. Entre otras cosas porque como alguna vez me explicó algún francés el fútbol es un deporte de clase baja. El deporte nacional es el rugby.