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El escritor comido o cómo parodiar el éxito literario

La nueva novela de Sergio Bizzio –reflexiona Anna María Iglesia– va más allá de retratar al artista y su ego, va sobre todos nosotros, sobre los mitos de la identidad que asumimos, perpetuamos y terminan devorándonos. Por Anna María Iglesia

A Mattia Pascal lo dan por muerto. Su mujer y su insoportable suegra declaran su muerte tras afirmar, sin titubeos, que el cadáver hallado por la policía es el suyo. Mattia, que solamente había huido unos días, se entera de su noticia leyendo el periódico de regreso a casa. Es entonces cuando decide aprovechar esa extraordinaria oportunidad para reinventarse y escapar de la vida mediocre y triste que tenía para comenzar una nueva con el nombre de Adriano Meis.

Este es el punto de partida de la famosa novela de Luigi Pirandello El difunto Mattia Pascal y, en parte, es también el punto de partida de El escritor comido, la hilarante, fantasiosa y lúdica novela de Sergio Bizzio. En esta obra, que ahora llega a las librerías españolas de la mano de Blatt&Río, el argentino nos presenta a Mauro Saupol, un escritor bestsellero que se ha hecho rico con sus libros de autoayuda.

Traducido en muchísimos idiomas, Saupol ha viajado por medio mundo asistiendo a presentaciones y encuentros con lectores; con la publicación de su nuevo libro, como reconocimiento hacia su primer editor, decide acudir al pueblo de este, en medio de la selva, para hacer ahí una presentación. A su regreso a casa, la avioneta en la que viajaba sufre un accidente. De inmediato, se da por muertos a todos los que viajaban en ella. Nadie se percata de que Saupol ha sobrevivido.

Ante esta situación, el escritor opta por mantener el misterio, curioso de saber qué dirán de él, qué reacciones habrá ante su desafortunada muerte. Mientras el personaje de Pirandello se sorprende de la rapidez, fruto aparentemente de un deseo oculto, con la que su mujer lo tacha por muerto, el protagonista de Bizzio queda sorprendido por la indiferencia con la que es acogida la noticia de su fallecimiento.

Saupol es consciente de que nunca ha tenido el respaldo de la crítica y tampoco el aprecio de la comunidad literaria, pero sus cifras de ventas no pasaban desapercibidas a la prensa y sus lectores se contaban por miles. Sin embargo, la indiferencia de la prensa es total, como también lo es la de sus editores. No hay ninguna manifestación de duelo, ni tan siquiera por parte de su mujer, Ingrid, que no tarda en aparecer en público junto a Tom, el periodista que Saupol había contratado para escribir su biografía. 

Este es solo el punto de partida para una novela que es un auténtico homenaje a la imaginación y al juego: Bizzio entremezcla géneros –novela de aventuras, relato de viaje, novela de ideas o leyendas populares– y referencias literarias –de Conrad a Mann–; construye capítulos –véase el segundo y el último– que pueden leerse como relatos autónomos; propone personajes hilarantes y situaciones que rozan lo kafkiano. Lo absurdo impregna esta trama llena de giros –Saupol es secuestrado por una tribu, víctima de un hechizo termina siendo literalmente comido por unos caníbales– y que, como en la literatura de Kafka, no deja de ser reflejo del absurdo de nuestra realidad, sustentada en valores tan vacuos como son la fama, el éxito o la posteridad.

Poniendo el foco en el mundo literario, Bizzio va más allá y plantea en esta nouvelle una crítica a la idea de identidad y unicidad a través de la figura de Saupol, un escritor de autoayuda que se ha hecho rico dando consejos sobre cómo ser, cómo comportarse y cómo vivir y termina siendo alguien que no se reconoce en quien creía ser y que tampoco es reconocido tal y como él deseaba. 

Bizzio subraya así el discurso falaz que envuelve la autoayuda y los cuestionables valores neoliberales sobre los que se sustenta. Saupol, a pesar de “haber desplazado a Coelho de todos los rankings”, vive atrapado por el deseo de ser único, pero lo único que consigue es ser nadie. «Ya no soy Mauro Saupol. Ni siquiera soy un escritor».

Saupol es comido no solo literalmente, sino también figuradamente. Ese ser que quiso ser único, que se hizo rico vendiendo eslóganes en torno a la identidad y el ser uno mismo, termina consumido por las falacias con las que se enriqueció. El escritor comido va mucho más allá de retratar al artista y su ego, va sobre todos nosotros, sobre los mitos de la identidad que asumimos, perpetuamos y terminan devorándonos. 

 

Ganador al mejor libro argentino de creación literaria: "El náufrago sin isla" de Guillermo Piro es la obra ganadora del Premio de la Crítica de la Fundación El Libro 2024