En general las primeras novelas suelen reunir una lista de condiciones. No por una imposición del mercado editorial, sino porque la necesidad de escribir una primera novela en un autor suele manifestarse bajo la estructura de policial o de recorrido iniciático. Es decir, la resolución de un enigma y el cambio de espacio (físico o alegórico) que propone un viaje de iniciación, suelen ser zonas de confort para el novelista novato.No es el caso de Francisco Moulia y Tácticas de superación personal publicado por la editorial Interzona -que en algún momento supo ser una editorial de culto y ahora sigue una agenda difícil de descifrar, de entender-. Si bien el libro es una típica novela iniciática con una tragedia y un viaje de reconstrucción con sus respectivas peripecias, en realidad no se trata de una primera novela. Francisco Moulia ya tiene otra publicada en 2012 por la editorial Nulú Bonsái que, curiosamente, no tiene nada de iniciática. Esta primera novela, Cortes argentinos, es una especie de comedia de enredos desaforada que va tornándose más y más oscura a medida que los protagonistas van entendiendo la naturaleza del problema en el que se encuentran.Pero volvamos a Tácticas de superación personal. Desde el título se puede develar que la propuesta estilística del texto resguarda ciertas relaciones, cruces, con el género de autoayuda. En la contratapa hay una aclaración al respecto y más abajo Martín Kohan dice que esta es una novela que empieza con “un hecho inconcebible” y a partir de ahí se construye el relato. Pero esta, llamemos, estrategia del cruce de géneros y del decrescendo en la tensión de la trama no establece ningún tipo de transparencia con el tema central de la novela que es el dilema moral del suicidio asistido.En la clasificación del suicidio que hace Durkheim, el asistido podría entrar dentro del anómico que es un suicidio “natural”, “regulador”. El suicidio en el que el suicidando busca cerrar una etapa en relación a la especie más que por una necesidad personal como el sufrimiento. Es el tipo de suicidio en el que el individuo ya no puede aportar nada más a la sociedad y por ello decide dejar de existir. José, el protagonista de la novela, se interna en el Valle de Traslasierra en una casa prestada y allí se dedica a escribir. A realizar un autoanálisis proyectado en la escritura en un diario. La convivencia con los personajes extraños de la zona le dan al diario un toque de picaresca y así se construye un escenario ideal para debatir el suicidio asistido en diálogos, chats y correos electrónicos.Bajo la hipótesis de la existencia de amor en la colaboración de un suicidio, ¿cuál es, entonces, el problema moral? Durkheim habla del suicidio como una problemática social. Tanto por las condiciones que llevan a su ejecución como por la posterior lectura y análisis del evento. Moulia, en cambio, decide llevar el dilema del suicidio asistido a una zona incómoda donde, más allá de las conjeturas sociológicas, hay lazos, acuerdos y deseos que podrían vincular a las prácticas solidarias del amor con su realización.