Patricio O’Dwyer
En Electrónica, tercera novela de Enzo Maqueira, una profesora de periodismo atraviesa la treintena con la convicción de que “el tiempo no mata al amor. Lo convierte en un programa que ya no corre en tu computadora”. Entre el aburrimiento y la seguridad de que algo más la espera en alguna parte y en algún momento, se enamora de uno de sus estudiantes, busca excusas y energía para terminar una relación de tres años y coquetea con la idea de retomar el vínculo con su ex terapeuta cuya hija adolescente es su mejor amiga. A lo largo de ciento veinte páginas se transitará un camino que alterna entre un presente de expectativas difusas y un pasado mítico de sexo (poco), drogas (muchas) y música electrónica en el Buenos Aires post 2001. La primera década del siglo XXI conforma en Electrónica el marco en el que la generación que alcanzó los veinte años transitando corralitos, corralones y demás desastres (anti)naturales ajusta cuentas consigo misma. Las Torres Gemelas ya se habían transformado, entonces, en el símbolo del fin de una época. Para el momento en que la protagonista se sumergía junto con sus amigos Natasha y Ninja en el circuito de fiestas electrónicas —que se demora por arrastre desde los noventa—, la sociedad argentina había encontrado el propio final por otros caminos, quizás menos espectaculares que la caída de las torres, pero igual de contundentes. El circuito sería, al menos para ellos, un derrotero de drogas (en especial sintéticas), bebidas energizantes y música que parece dar sentido, si no a sus vidas, a una suerte de transcurrir en el que quizás dejaron jirones de sus cuerpos. El trasfondo histórico se ha convertido en una suerte de pantalla contra la que se recortan sus vidas que, por diferencia de velocidad, como producto aparente de un proyector mal sincronizado, se borronean y convierten en ausencia.
Maqueira estructura su novela como un monólogo en segunda persona que procura acercarnos, sin dejar demasiadas certezas en el camino, a ese enigma que es para sí misma la profesora. El ritmo de una época y la efervescencia con que sus protagonistas quieren cantar presente antes de hundirse en la más burocrática de las cotidianidades son diseccionados por la interpelación de un personaje que parece externo a la narración y cuya identidad sólo se conocerá hacia el final del libro. Para todos los demás personajes algo será cierto, una generación es la burócrata de la siguiente: cerrado el ciclo de gloria de las fiestas de principios de siglo, la generación de la profesora se transformará en transmisora del saber “hacer” del periodismo aunque, como se ha apuntado, la historia no sea más que fondo vaciado de toda referencia. Cualquier ilusión de escapatoria, ya se sabe, es imposible. En la novela de Maqueira, para lidiar con el presente, ya no se trata de estar a tono con los tiempos, sino de evitar ser arrollado por la velocidad de los cambios y de la pérdida de sincronía: sobrevivir al desfasaje es todo lo que importa.
Enzo Maqueira, Electrónica, Interzona, 2014, 128 págs.