La muerte del escritor, traductor y crítico literario Marcelo Cohen sorprendió a todos. Fue justo antes que Argentina ganara el Mundial de Qatar, el 17 de diciembre. Tenía 71 años y una obra que se distingue por la inventiva y experimentación en novelas y cuentos que renovaron el género fantástico. Este año fue distinguido con la Rosa de Cobre, otorgado por la Biblioteca Nacional en reconocimiento a su trayectoria. Comenzó a publicar en 1972 y nunca dejó de escribir.
El país de la dama eléctrica (1984), El oído absoluto (1989), El fin de lo mismo (1992), El testamento de O’Jaral (1995), Donde yo no estaba (2006), Los acuáticos (2007), Casa de Ottro (2009), Balada (2011), Música prosaica (2014), Algo más (2015, Sigilo), Notas sobre la literatura y el sonido de las cosas (2016) y Un año sin primavera (2017) son apenas algunos nombres destacados entre sus obras.
Federico Fahsbender escribió: “Marcelo Cohen fue enterrado por sus amigos y pares y admiradores entre las cruces celtas y la hiedra como lo que fue: como un genio discreto, un mentor y un maestro espiritual contemporáneo”. Patricio Zunini escribió que era “el escritor más genial y con menos ego del mundo. No tenía perfil bajo; eso es distinto: Marcelo tenía anti-ego y hacía de eso una decisión estética y política”; y lo definió como “maestro de la literatura del anti-yo”.