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Jorge Carrión: "Será muy difícil encontrar 80 horas para reevaluar las grandes series de TV"

El autor de 'Teleshakespeare' considera que las series televisivas convivirán con otras manifestaciones culturales longevas.

por #ffbcn

En el ámbito de la escritura, Jorge Carrión ha cultivado la novela, el ensayo, libros de viajes, la traducción y la crítica literaria. También imparte clases sobre una de sus grandes pasiones: las series de televisión. A su seriefilia se debe Teleshakespeare, uno de los ensayos de referencia en español sobre este género audiovisual más apegado a la literatura de lo que podría parecer a simple vista.

¿El fenómeno de las series televisivas equivaldría al esplendor de la novela en el siglo XIX?

Habría un paralelismo, pero si pensamos seriamente en lo que ahora llamaríamos la oferta cultural del XIX, en realidad era muy limitada y todo pasaba por la escritura. La oferta se circunscribía básicamente al periodismo y la literatura. Incluso la pintura o la ópera tenían un alcance muy limitado en términos cuantitativos. En nuestra época sucede todo lo contrario. El acceso a la oferta cultural es masivo. Incluso la ópera, ya sea de modo presencial o en diferido, puede ser consumida por grandes cantidades de ciudadanos. Así que ahora sería difícil determinar una centralidad cultural. Además, la novela como género popular, por ejemplo los best sellers, sigue siendo muy poderosa. No sé si alguna serie de televisión ha conseguido tanta influencia como la saga Harry Potter, que ha conseguido imponer a la realidad un deporte que sólo existía en la ficción. De modo que más que una centralidad, las series tienen una convivencia con otras manifestaciones culturales. Ahora tenemos millones de lectores de literatura, de no ficción -ya sea reportajes, crónicas, etcétera-, millones de espectadores de cine, de series, de consumidores de videojuegos... Esa centralidad quizás sea más sociológica, como tema de conversación compartida e intergeneracional que no en términos artísticos y políticos como sucedía con la novela del XIX.

¿Shakespeare es la principal fuente de inspiración?

Es una fuente de inspiración no sólo directa sino sobre todo indirecta. Shakespeare y Cervantes están en todas partes. En toda la novela de los siglos XVIII y XIX, en el teatro del siglo XVII, encontramos los modelos narrativos, los temas, las técnicas de los dos maestros. El gran forjador de las claves dramáticas de la serialidad sería Dickens. Quien traslada a Dickens al lenguaje cinematográfico sería Griffith. Existen un sinfín de filtros, de traductores, de intermediarios que han conectado las series con los orígenes del drama, de la tragedia, de la narración, de la aventura... Estamos en una época en la que cada creador tiene sus propios refrentes.

¿Crees que los escritores de cine con talento acabarán engrosando las filas de los guionistas de series?

Creo que los grandes escritores están en las series televisivas y en el cine. Deberíamos analizar autor por autor, pero diría que David Simon, que sólo está escribiendo series no diría que no a un proyecto personal cinematográfico. Y un caso paradigmático es Alan Sorkin, que ha hechoEl ala oeste de la Casa Blanca, Studio 60 o The Neewsroom y que ha firmado el guion de Moneyball y de La red social, que son dos grandes películas.

¿The Wire es la gran obra maestra?

Seguramente en términos canónicos The Wire está muy arriba y para mí arriba del todo. Pero, dicho lo cual, The Wire fue canonizada en un momento en que hicimos un canon en tiempo real del fenómeno y la tradición de este canon será muy compleja. Porque con The Wire vamos a seguir manteniendo una perspectiva crítica, una distancia, mientras que cuando acabó Breaking Bad o acabe Mad Men, Juego de Tronos oFargo, nos costará mucho desbancar a The Wire, dado que con ellas tendremos una cercanía. Además con las series no ocurre como con el cine, que con dos horas puedes volver a ver el objeto artístico y revaluar la opinión. Encontrar 80 horas para volver a ver El ala oeste de la casa Blanca, Los Soprano, A dos metros bajo tierra y revaluar lo que hemos decidido va a ser muy difícil. De modo que el gesto democrático de crear en directo un canon que no está legitimado por la crítica o por la academia a priori sino a posteriori, porque lo crean los fans, que se ha producido en la primera mitad del siglo XXI, en la segunda parte del siglo se va a convertir en un fenómeno problemático. Por inercia quedará configurado un canon que como todos los cánones convendrá revisar.

Tal vez sea una apreciación subjetiva, pero parece que las series envejecen mucho más rápido que las películas.

Hay un factor, en efecto, subjetivo, que tiene que ver con la biografía de cada cual. Es decir, nosotros vimos las series de los años 2000 en directo y nos creemos más legitimados para evaluar este corpus que un espectador más joven, que dentro de poco lo verá todo en un año y tendrá su opinión. Va a haber ahí un conflicto de posesión de un legado, de una mirada que va ser interesante porque debemos ser conscientes de que nuestra biografía no tiene más valor que las otras y que nuestra mirada no tiene por qué ser mejor o más lúcida que otra. Las series, en su mayoría, son realistas y están ancladas en la estética de su época por cuestiones de presupuesto. Tendría que plantearse hasta qué puntoMad Men envejecerá mejor que Breaking Bad, porque en Mad Men hay una estilización autoconsciente de toda la dimensión escenográfica, de vestuario, peinados, etcétera. Pero eso no quita que en términos cuantitativos haya miles de películas que envejecen muy mal, por no hablar de novelas. Pienso que la literatura siempre será experimental o no será. La literatura que repite fórmulas, sintaxis, personajes, estructuras ya concebidas no me interesa tanto como la literatura que intenta encontrar nuevas maneras de contar un mundo. Así que pienso que la novela como construcción compleja, como artefacto, tiene mucho que decir.

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