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La condesa sangrienta, tapa blanda: crímenes, belleza y sadismo al alcance de todos

Una mezcla peculiar de lirismo con historia de la nobleza y la superstición en la Hungría del siglo XVI, junto a reflexiones sobre la naturaleza del sadismo y el Mal manteniendo el equilibrio entre los datos y la preocupación por el estilo - Mariana Enríquez

InterZona presenta una nueva edición de La condesa sangrienta, la novela de la escritora surrealista Valentine Penrose (1898-1978), para poner al alcance de más lectores una joya de la literatura universal. Esta reedición  más económica, en encuadernación rústica, contiene un prólogo soberbio de María Negroni, texto de contratapa de Alejandra Pizarnik y además recupera las ilustraciones incluidas en la versión original del libro, publicada en Francia en 1962.
 
Figura relegada del surrealismo, Penrose ha sido redescubierta en los últimos años, junto a otras artistas mujeres que formaron parte activa del movimiento, pero que habían sido desplazadas al papel de meras musas. Editada originalmente en 1962, La condesa sangrienta recorre la vida de Erzsébet Báthory, una condesa húngara del siglo XVI, a quien se le atribuyen la muerte de seiscientas cincuenta jóvenes, sometidas a torturas extremas y juegos sexuales perversos en el interior de su castillo de Csejthe. Brujería y sadismo se dan la mano en esta novela gótica con una prosa siniestramente poética.
 
La fascinación que provoca este texto de Penrose, plagado de sangre y demencia, inspiró a Alejandra Pizarnik a reescribirlo como un poema en prosa, a solo 4 años de su publicación, y fue también celebrado por George Bataille. Adentrarse en las páginas de La condesa sangrienta implica una inmersión en el abismo de un alma oscura, obsesionada por la juventud, la belleza y el deseo carnal. Si acaso Erzsébet Báthory fue la asesina serial más prolífica de la historia, Valentine Penrose cayó rendida a sus pies y transformó su vida en una obra de arte, más allá de todo juicio y toda norma.

Dos planos de desplazamiento convergen en este relato hacia un mismo vértigo: uno, vertical, elige obsesivamente el descenso y responde a un afán detectivesco y subversivo (hasta que la represión recorra el camino inverso); y otro, horizontal, vinculado a la contemplación de los espejos y de las torturas, pone en escena el acto de escribir - María Negroni