El libro, publicado en el año de su asesinato y editado por Interzona con traducción de Guillermo Piro, que incluye una tercera parte llamada “Sombrío entusiasmo” (1973-1974), es más que una compilación de versos; es un testimonio de la evolución de un poeta a lo largo de veintitrés años tumultuosos. Pasolini, hablándonos desde la lengua "pura, primigenia, bárbara, maternal", según sus propias palabras, nos transporta a una realidad que se erige como contrapunto a la deshumanización que percibía a su alrededor.
En este compendio literario, encontramos la amalgama de dos Pasolinis. Uno, joven, bello y narcisista, nos introduce en un mundo bucólico e inocente, lleno de contemplación y fábulas. El otro, adulto y comunista, nos sumerge en una obra ideológica y analítica, impregnada de furia y compromiso.
La introducción de Franco Marcoaldi destaca la irrepetible nostalgia que emana de estas páginas. En un mundo que triunfa en la falta de humanidad, Pasolini nos invita a reflexionar sobre la posibilidad de un pasado más modesto, más pobre, pero también más serio, severo y compasivo. Es un llamado a la autenticidad y a la inocencia perdida en el torbellino de la modernidad.
El verdadero caso literario reside en la capacidad del poeta adulto para reconstruir y reinterpretar su propia juventud. Pasolini se convierte en un narrador de su propio tiempo, transformándose de observador bucólico a analista ideológico. Este viaje a través de los años se traduce en una obra poética que trasciende las barreras del tiempo y la edad.
La Nueva Juventud es un canto apasionado a la humanidad perdida. A través de sus versos, el lector se sumerge en un mundo donde la autenticidad y la compasión son aún posibles. Es un recordatorio de que, incluso en la furia y la ideología, la esencia humana puede perdurar, y la poesía de Pasolini es el puente que nos conecta con esa verdad eterna.