interZona

Lo que tiene de lágrima toda gota al caer

En Conferencia sobre la lluvia (Interzona), Juan Villoro propone un recorrido por la relación entre la literatura y la lluvia.

Invitado a escribir la primera obra que inauguraría el teatro de la Biblioteca de México, pero con la restricción de que debía ser un monólogo, ya que el presupuesto sólo alcanzaba para contratar un actor, Juan Villoro (México, 1956) preparó una Conferencia sobre la lluvia (Interzona), con la propuesta de tomar como eje la relación entre la lluvia y la literatura: «entender el agua imaginada por los poetas».

Villoro parte de una frase de Octavio Paz: «Óyeme como quien oye llover, ni atenta ni distraída», y decide que su personaje va a dejarse llevar en la dispersión: «Perdí los papeles», empieza el conferencista, un bibliotecario de entre 50 y 70 años, y tras revolver sin suerte la mesa sigue: «Las mejores conferencias son improvisadas aunque el que diserta sin guion se mueve en la línea del vértigo». Así, con una digresión controlada, el texto ensaya pequeñas disquisiciones –muy generales– sobre el discurso literario, la soledad, el amor.

Juan Villoro, que es un escritor muy inteligente, aquí también es muy eficaz. LaConferencia es un texto terso, muy breve—menos de 60 páginas—, sin pretensiones, con citas famosas que, sin embargo, mantienen un cierto aire de erudición (Mallarme: «El mundo existe para convertirse en libro», Verlaine: «Llora en mi corazón como llueve en la ciudad», Pacheco: «Ven gato, acércate: eres mi oportunidad para acariciar al tigre»), y un “misterio” alrededor de un exótico volumen de Las mil y una noches. A diferencia de otros autores de la digresión, como Laurence Sterne en Tristram Shandy, que el propio Villoro señala como modelo, él no se propone extenuar la forma: el bibliotecario da cuenta de apenas un par de fracasos amorosos y el regreso al libro como refugio. Villoro apunta a los letraheridos, a aquellos que toman al libro como contraseña, como signo de pertenencia. Villoro te hace sentir que formás parte.

Pero para aquel que busca algo más, este texto se queda en la puerta. «Siempre me ha intrigado la posibilidad de perder el hilo del discurso y convertir la exposición de ideas en una confesión. ¿Hasta dónde controlamos lo que decimos? El conferencista puede olvidar sus parlamentos y sucumbir a la tentación de revelar algo incómodo o devastador», dice Villoro en el prefacio. Tal puede ser el origen del libro, pero es claro que no está pensado para responder esos interrogantes. Nada hay de incómodo ni de devastador. En la tormentosa obra de Villoro, Conferencia sobre la lluvia es apenas un chaparrón.

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