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Los títeres vuelven de pie

Un rescate si los hay: después de ochenta y dos años sin publicarse, vuelve Títeres de pies ligeros, con la que Ezequiel Martínez Estrada había recibido el Premio Nacional de Literatura. Una obra amena y bien construida entre Pirandello y la Commedia dell‘Arte.

Por Sebastian Basualdo

Ochenta y dos años transcurrieron de la primera y única edición que tuvo Títeres de pies ligeros, obra con la cual Ezequiel Martínez Estrada recibió el Primer Premio Nacional de Literatura. Este último dato, no menor si uno se atiene a las leyes de un mundo literario aparentemente signado por premios y azares, debiera ser suficiente para preguntarse por qué motivo ha quedado relegada a la sombra del silencio durante tanto tiempo sin tener, al menos, la posibilidad de envejecer, en el caso de que ése fuera el destino para los lectores. Nadie puede desear lo que ignora. La editorial Interzona ha tomado la iniciativa de publicar nuevamente Títeres de pies ligeros; y no sólo bajo la impronta que asigna una actitud de rescate, sino también bajo la fuerza que entraña toda justicia poética: ochenta y dos años más tarde se puede hablar de una novedad de Ezequiel Martínez Estrada, ya que novedoso sigue siendo el tratamiento que el autor de Radiografía de la Pampa hace del teatro lírico influenciado por Pirandello y al mismo tiempo arraigado en lo más intrínseco de la Commedia dell’Arte con sus emblemáticos personajes: Colombina, Pierrot, Arlequín, Polichinela y Pantaleón. Si bien, como sostiene Nidia Burgos –crítica de la Universidad Nacional del Sur– en su excelente estudio preliminar, Estrada ha tomado de la Commedia dell’Arte sólo el prestigio de sus personajes, los ha sublimado para alejarlos completamente de toda rusticidad, improvisación y juegos de engaños.

De modo que el lector se encontrará, por ejemplo, con una “voluble Colombina, que reiteradas veces ha abandonado a Pierrot, de quien también ha perdido un hijo, y su aventura con Arlequín no le ha deparado ninguna alegría. Este, a su vez, siente que su búsqueda de Colombina responde a la fuerza de un sino fatal”. Y afirma también: “Pirandellianamente aparecen unidas la problemática de la existencia con la del mundo de la creación artística y las tristezas y desengaños de vivir. Al parecer el amor es el culpable de todos los males”. Dice Colombina: “En tanto no amamos, era/ todo risueño./ Nuestro corazón de madera /si a veces soñó, fue un sueño /de quimera”. Dice Arlequín: “Mas le salió una yema al leño/ cuando llegó la primavera”.

El amor ha producido el desgarro interior y ya los personajes no pueden volver a encontrar su lugar en el mundo. La solución de Polichinela es: “El arte es bálsamo y nepente /que cura y reconcilia. /Formemos una familia /nuevamente/ Volver al teatro, o morir”. Compuesta por un doble prólogo que a modo de espejo se sirve de la figura del lector y autor, la obra incorpora el concepto de la decoración: “Un árbol contra el telón /de fondo, resalta, liso, /con flores de quita y pon. /Es postizo. La luna, para que el caso /logre éxito, conviene /que tenga faz de payaso /o de nene”. Creación escénica que, como señala Burgos, “concede colaboración importante a la luz y a la música. De hecho, instrumentos distintos identifican y anuncian a los diversos personajes, a Pierrot, el fagot; a Colombina, la lira; a Arlequín, el violín; a Polichinela, el tambor y a Pantaleón, el bajo”. Diez escenas y un epílogo conforman la estructura de Títeres de pies ligeros que incluye, además, como en su primera edición, las ilustraciones del autor. “A ti, lector, que en tu experiencia /no oíste a nadie hablar así, /voy a hacerte esta confidencia, / indiscutiblemente baladí: Alguien la juzgará compuesta en clave, /pero tú, amigo, no la juzgues vana, /pues el autor que esa objeción ya sabe, /la escribió así porque le dio la gana.”

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