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LUIS CHITARRONI: LA ESCRITURA DE ESTOS RELATOS FUE UNA COMBINACIÓN DE PLACER Y REMORDIMIENTO

Los relatos que componen "La noche politeísta", el reciente libro de Luis Chitarroni, condensan con sutileza y humor las peripecias de personajes que se reencuentran con sus compañeros de secundaria, viajan a islas imaginarias y reflexionan sobre la literatura contemporánea, plasmando incógnitas y ampliando el sentido de esos universos.

Chitarroni (Buenos Aires, 1958) presenta estos nueve cuentos a través de la editorial Interzona, después de haber publicado recientemente "Breve historia argentina de la literatura latinoamericana (a partir de Borges)", donde recupera las diez clases que dio en un seminario del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) en el que revisaba el escenario de las letras de la región desde los 60 hasta el presente, siguiendo la marca del autor de "El Aleph".

Editor, crítico, narrador y docente, Chitarroni dialogó con Télam sobre el proceso de escritura de "La noche politeísta" y aseguró que una de sus preocupaciones es "volver a cierta entonación, a cierta impronta del ímpetu, del élan; a una idea respiratoria que aúne la entonación y la verdad".

El también autor de las novelas "El carapálida" y "Peripecias del no: Diario de una novela inconclusa" y de la colección de ensayos "Mil tazas de té", sigue recomendando traficar ficciones donde se supone que no deberían estar, lo que considera "más necesario que nunca ahora", ya que explica que "los relatos pierden atractivo a causa de la desacreditación de la anécdota y el predominio de la acción artificial".

- Télam: ¿Cómo fue el trabajo de escritura de estos relatos?

- Luis Chitarroni: Una combinación de placer y remordimiento. El libro cambió mucho de su concepción original al que se publicó finalmente, y la idea misma del ciclo de relatos, de modo que la combinación resultó más arbitraria y caprichosa, con los cuentos secuela de "El carapálida", los "antropológicos" y los inclasificables que, de algún modo, y como bien sabía Perec, solo deben encontrar su categoría.

- T: Si "El carapálida" era la primaria, acá reaparece el universo o lo que queda de ese universo de la secundaria. El ocaso de las relaciones adolescentes es uno de los ejes de algunos relatos. ¿Qué le interesa especialmente de esos intentos de revincularse o reencontrarse?

- L.CH.: La reminiscencia...ignoramos si es un plato que se sirve frío. Revincularme y reencontrarme tiene una especie de sentido lastimoso en mí, que no admito (o admito con demasiada amargura) el paso del tiempo. El ocaso de las relaciones adolescentes conserva su esplendor de apogeo en los despuntes detallados que se nombran, que en algunos casos sustituyen el curso narrativo con "momentos de la vida del fauno" que nunca fui.

- T: Recomendaste traficar ficciones donde se supone que no deberían estar. ¿Cómo funciona ese consejo a la hora de abocarte a la ficción?

- L.CH.: Sí, es más necesario que nunca ahora. Los relatos pierden atractivo a causa de la desacreditación de la anécdota y el predominio de la acción artificial. La anécdota a causa de "la duración del plano". ¿Dónde comienzan y dónde terminan? Eso era el narrador antes, ¿no? Alguien que lo sabía: Cervantes, Quevedo, Mateo Alemán, Swift, Sterne...

- T: El tono de estudio antropológico o crónica de viaje atraviesa varios de los relatos.

- L.CH.: Sí, es curioso. Quería imitar a William Burroughs y Arno Schmidt y terminó pareciéndose a Borges, honor prolongado del que reniego solo por "la fatalidad de la lengua". Tiene un registro de lejanía que no sé hasta qué punto conviene. En cualquier caso, intenté que no fueran demasiado largos.

- T: En "Nueva Narrativa Argentina", el narrador dice que la literatura enseña a jugar con las palabras. ¿Coincidís?

- L.CH.: Sí, en la medida en que no lo restrinjan ni lo anuden necesariamente a la frivolidad. El juego tiene una raigambre filosófica que vale la pena evocar, de Plotino a Wittgenstein.

- T: En el mismo relato, se dice que no son las redes sociales las que impiden todo sino la falta de inspiración de la época, que se ajusta al desvanecimiento de las grandes baladas.

- L.CH.: Sí. Obligado a repetir la observación de Valéry: "Nadie parece hoy capaz de leer una oración que sea incapaz de escribir". Volver a cierta entonación, a cierta impronta del ímpetu, del élan (fuerza o impulso vital); a una idea respiratoria que aúne la entonación y la verdad. (Télam)

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