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Luisa Valenzuela: “Vaya una a saber cuánta cosa reprimida yacía dentro de mí”

"El gato eficaz", la emblemática novela experimental escrita entre 1969 y 1970, reaparece ahora en una nueva edición. La escritora argentina ha sido reconocida por su talento y prosa por autores como Julio Cortázar y Carlos Fuentes, entre otros. Por DANIELA PASIK

“Una penetración total, un contacto perfecto vena a vena, la absoluta entrega y el jadeo continuo: masa sangrante y suspirante que una vez fuera dos –o tal vez más de dos porque cada persona es ella y sus desdoblamientos– y ahora es sólo esa masa sangrante y suspirante, con ricos borbotones, al fin recompuesta en identidad única, entregada al amor que es el exterminio”, dice el texto. Sexy, peligroso.

Es parte de El gato eficaz, novela híbrida, por buscar una forma de encasillar lo imposible, de Luisa Valenzuela, “la heredera de la literatura latinoamericana”, según el mexicano Carlos Fuentes. Una hija, literal y simbólica, del “Boom”.

Se publicó por primera vez hace medio siglo y aun es moderno. Vanguardista. Ahora, la trajo de nuevo a librerías, la editorial Interzona. “Los libros de Luisa Valenzuela son nuestro presente, pero contienen también mucho de nuestro futuro; hay verdadero sol, verdadero amor, verdadera libertad en cada una de sus páginas”, dijo en su momento Julio Cortázar.

El gato eficaz cumple con la premisa. Empieza con una escritora joven, la autora a finales de los años 60, observando a los “gatosbasureros de la muerte”. Es un experimento literario que va desde la Argentina hasta un Grenwich Village peculiar, en Nueva York. Un choque entre la luz y la oscuridad, un cruce de felinos negros, perros blancos y fuerza poética. Autobiográfico pero inventado y con un hilo narrativo tan enredado como atrapante.

“Él le dijo mañana nos veremos y ella de inocente le creyó. ¿Cómo una mujer gato no pudo ver al gato? Y él, con tanto de ratón, ¿cómo no supo escaparle?”, cuenta la narradora sin nombre, que es Luisa, y también no.

Además de la aventura, hay humor, capítulos breves, una variación entre el manual de instrucciones, el diario íntimo y el microrrelato, prosa y poesía visual, juegos narrativos, intimidad, crónica.

La presentación porteña del relanzamiento fue en un bar en Palermo a finales de julio y en primera fila, aplaudiendo, estaba el primer editor argentino de El gato eficaz, Daniel Divinsky. También, entre otros invitados estelares, iban y venían la escritora Esther Cross, señoras paquetas, jóvenes con pelos de colores y un abanico ecléctico de formas y estilos, como el libro que se celebraba. Lejos de cualquier ceremonia acartonada, hubo una actuación del mítico Fernando Noy junto al joven Ale Berón.

“No quería una presentación formal y fue una idea que resultó brillante, porque los performers armaron el show y me devolvieron la mirada irónica y a la vez atroz que yo recordaba del texto”, dice Valenzuela. La noche la coronó la banda tecno experimental 1337VCR, liderada por sus nietos, a lo que acota con humor: “Y nunca esta de más la música, por estridente y heavy metal que sea”.

Originalmente, la novela se iba a llamar “A los gatos de la muerte, ¡salú!”, pero su editor, Joaquín Díez-Canedo, le pareció que la referencia al Himno Nacional argentino iba a pasar inadvertida, ya que la novela salió al mundo en México en 1972, por la mítica y extinta Joaquín Mortiz.

Al país llegó recién en 1991, cuando Divinsky comandaba Ediciones de la Flor, y lo reeditó en 2001. Este gato eficaz va por la cuarta de sus siete vidas. En ninguna de las nuevas chances, a Valenzuela se le ocurrió volver a su idea inicial de título. “Ni lo pensé. Podría haber sido un subtitulo. Pero El gato eficaz, así tal cual, se ha vuelto para mí ya un clásico”, dice.

–El gato eficaz, Cuidado con el tigre, Cola de lagartija, Zoorpresas y demás microfábulas, Zoorpresas zoológicas, Donde viven las águilas… Hay animales en muchos de tus títulos. ¿Vivís con algunos?

–Siempre he tenido animales, perros, sobre todo, salvo cuando viví en el extranjero. Ahora, muerta Tutti Frutti, mi última perrita, me quedan el loro Kokopeli, que es Koko para los íntimos, y los tortugos Frodo y Lucio, unos bichos poco afectuosos, pero muy longevos por fortuna.

–¿Qué encontrás en la animalidad para la literatura?

–Encuentro en los animales una forma de vida sin dobleces. Pero en realidad no busco nada en ellos, acepto lo que son y me fascinan. Todo, casi. Las víboras también me interesan.

–¿Por qué editar El gato eficaz ahora?

–Confieso que no fue idea mía. Interzona, con desmedido optimismo, piensa ir reeditando todos mis libros. Y después de la novela El Mañana, que sacaron en 2020, eligieron esta. Estoy agradecida. No esperaba reencontrarme con su frescura atroz intacta.

–¿Se podría definir El gato eficaz como un antecedente de la autoficción feminista?

–No sé analizar mi obra desde la crítica, pero es muy posible que así sea. Es también una especie de diario íntimo de lo oculto, de lo subterráneo y voraz.

–Ahora hay un nuevo auge del género híbrido. ¿Por qué creés que eso vuelve a estar tan en primer plano?

–Escribo sin plan, sin mapa, y no parto de premisa alguna. Al menos de manera consciente. De lo otro, lo inconsciente, no respondo. Con suerte lo puede responder el libro.

 

Los días de Luisa

“Los gatos de la muerte no renacen ni resucitan, simplemente recuperan visibilidad en una nueva edición”, advierte la autora en la introducción de esta nueva edición. Así, de-generando géneros, entre premios, presentaciones, nuevas publicaciones, reediciones y siestas, pasa los días Luisa Valenzuela.

“Ahora camino a Rosario donde hay una muestra de mi colección de máscaras”, “Llegué a Buenos Aires anoche y estoy a mil porque el jueves me voy a Las Palmas, Canarias”. Hay que pescarla entre sus ires y venires, que son geográficos, pero también de sentires.

Valenzuela es una escritora argentina con todas las de la ley, y también con el sello del mito. Paradojalmente, es más famosa fuera del país. Pero nació en Buenos Aires, en 1938. Su madre fue la excéntrica y original Luisa Mercedes Levinson, precursora de lo que luego se llamaría “realismo mágico”.

Luisa creció porteña, entre tertulias con Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, charlas con Ernesto Sábato o tardes junto a Eduardo Mallea. A los 20 años se instaló en París y en 1959 nació su hija, la artista visual Anna-Lisa Marjak.

Fue desarrollando su carrera literaria mientras trabajaba como periodista para los suplementos literarios de Clarín, El Mundo y La Nación, además de colaborar con la Radio Télévision Française para América Latina.

Por su primera novela, Hay que sonreír, publicada en 1966, obtuvo un subsidio del Fondo Nacional de las Artes. Ese fue el inicio de una obra que incluye también cuentos y microficciones, textos periodísticos, ensayos, escritos autobiográficos y un sinfín de etcéteras.

Durante una estadía creativa en la Universidad de Iowa en 1969 salió de su cabeza El gato eficaz. “Estaba rodeada de autores de todo el mundo, en silencio, calma, era enloquecedor. Escribí como en trance. Fue una experiencia inaudita, porque las historias tremendas y desmedidas afloraban como de un manantial. Vaya una a saber cuánta cosa reprimida yacía dentro de mí”, cuenta ahora, medio siglo después. Pero recuerda vívidamente: “De todos modos yo anotaba y anotada con la enorme felicidad de la sorpresa”.

En 1989 se instaló definitivamente en la Argentina, y coronó su regreso con Realidad nacional desde la cama, publicado en 1990. Entre sus muchos premios, en 2004 le dieron el Konex de Cuento. En 2013 fue declarada Personalidad Distinguida de las Letras por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Desde 2015 es presidenta del Centro PEN Argentina. En 2017 fue la primera mujer en pronunciar el discurso inaugural de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en su edición número 43.

“Narradora y ensayista, consiguió un éxito precoz con una literatura feminista (antes del feminismo) llena de humor e ironía”, dice la presentación del dossier dedicado a la autora de la prestigiosa revista española de literatura Quimera, que salió en agosto.

Para esa fecha, Valenzuela también ganó el Premio Nuevo León “Alfonso Reyes”, en México. Da esta entrevista casi en un suspiro porteño. “Me voy a Las Palmas, Canarias, para dar la conferencia de clausura de un importante congreso”, resume apurada, porque aunque recién llegó de Rosario ya está camino a España y después sigue, yendo y viniendo, de acá para allá, como una gata sinuosa, chau Luisa, hola qué tal.

 

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