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“Muy posiblemente en el mundo haya más gente atemorizada y cubierta de miedo que gente tranquila y feliz”

Sergio Bizzio, escritor

“Muy posiblemente en el mundo haya más gente atemorizada y cubierta de miedo que gente tranquila y feliz”

Esther Peñas. Foto: Interzona / Madrid

El novelista, dramaturgo, guionista y director de cine además de poeta Sergio Bizzio (Villa Ramallo, Argentina, 1956) construye una historia en lo que preside lo que no se ve: un prófugo justiciero que se oculta en un antiguo caserón bonaerense habitado. Desde allí, desde su guarida, ha de estar atento al amor de Rosa, protegerla y protegerse. Todo ello sin ser visto ni sospechado. El resultado,  Rabia (Interzona).

¿La rabia nos saca a flote?

A María, el protagonista de Rabia con nombre de mujer, la furia no lo saca a flote, al contrario, lo hunde. Asesina a su patrón y luego se oculta en la mansión donde su novia trabaja de mucama, una enorme mansión de cuatro plantas, una de las últimas mansiones que en Buenos Aires todavía son usadas como vivienda particular. Se cuela en la mansión aprovechando un descuido de los dueños y permanece allí adentro escondido durante años sin que nadie siquiera sospeche que hay un intruso en la casa.

¿De qué modo uno puede pasar inadvertido?

María se refugia en la mansión y, para no ser descubierto, debe convertirse casi literalmente en un fantasma. Nadie cree en los fantasmas. Pero él está allí y sigue haciendo de las suyas.

¿Es posible vivir atemorizado, cubierto de miedo?

Sí. Muy posiblemente en el mundo haya más gente atemorizada y cubierta de miedo que gente tranquila y feliz.

¿Cuándo se hace necesario, en la vida, permanecer ‘al margen’?

Desde la primera pregunta veo que están o parecen dirigidas a mí. Y yo soy de los que creen que las opiniones de un autor referidas a su propia obra no son relevantes cuando la obra habla por sí misma. A veces la obra habla bien, a veces más o menos, y a veces mal. Lo que hace un escritor cuando explica su obra es corregirla, en general con la intención de mejorarla o de volverla más interesante. Esto es un riesgo extra para la obra, porque si el escritor habla de ella mejor que ella misma, al leerla podemos sentirnos estafados.

¿Cómo es posible colocarse del lado del psicópata?

Veo que eso es lo que le sucede a muchos lectores de Rabia. Confieso que yo también estaba de su lado mientras la escribía.

¿Hasta qué punto la infancia (genética y ambiental) de una persona justifica su comportamiento de adulto?

No creo que la infancia justifique ningún comportamiento adulto, lo que sí puede hacer es explicarlo y en ocasiones volverlo comprensible. En la novela se refieren algunos hechos de la infancia de María, pero sólo para entender lo que siente, no lo que hace. 

Que no haya culpa cuando uno asesina, ¿lo convierte en una bestia?

No veo a María como una bestia. Lo que hace es eliminar a tres personas absolutamente despreciables, tanto que no hay lugar para ninguna culpa. 

¿Cómo es posible que estando durante la narración encerrado el lector tenga la sensación de constante dinamismo en las peripecias de María?

Bueno, tiene que mantenerse oculto, no ser descubierto, lo que implica dominar el espacio en el que se mueve a fin de no hacer ningún ruido, no dejar rastros ni huellas, saber dónde esconderse rápidamente ante la posibilidad de un encuentro sorpresivo. Y al mismo tiempo actuar. No está allí como un mero parásito, está allí para huir de la justicia y a la vez para impartirla, e incluso y principalmente para mantener viva en su novia la llama del amor y para protegerla de quienes la acosan, una tarea ciclópea teniendo en cuenta que no debe dejarse ver.  

 

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