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Otra ronda de “Rabia”

La inquietante novela de Sergio Bizzio acaba de conquistar España: la adaptación teatral de Claudio Tolcachir coincide con una edición local. RAQUEL GARZÓN

El otoño de Madrid se ha llenado de ficción y teatro argentinos. Mientras resuenan los aplausos que cosecha Marilú Marini con la versión teatral de la implacable El corazón del daño, de María Negroni, llega el turno de Rabia, la gran novela de Sergio Bizzio, que Interzona reedita en España y cuya adaptación protagoniza y codirige Claudio Tolcachir en el Teatro de La Abadía.

"Todo en esta obra tiene que ver conmigo. 'Rabia' fue la novela que se le tatuó en el cuerpo a mi generación", contaba Tolcachir en un encuentro reciente entre teatrista y autor en Casa de América. "El texto nunca se pone a enseñarnos, a conmovernos: te habla al oído". A su lado sonreía Bizzio, recién llegado a la ciudad.

"Rabia" (2004) cuenta el flechazo entre José María, un obrero de la construcción, y Rosa, empleada doméstica en la mansión de los Blinder. El melodrama vira al noir cuando María (así lo llaman) se siente humillado por su capataz y lo mata. En un descuido de Rosa, se cuela en esa casa de varios pisos, a medias cerrada. Escondido y prófugo, espiará a novia y patrones en una cercanía sin contacto que transforma al personaje casi en un fantasma, desvelado por seguir conectado con la vida.

Dieciséis años después de su publicación y tras una versión cinematográfica de Rabia dirigida por Sebastián Cordero en 2009, Parásitos, la película de Bong Joon-ho, se alzó con varios premios Oscar, al contar la historia de una familia entera escondida en una mansión. Algo que, suele recordar Bizzio, formó parte de su idea original, al inspirarse en una casona de Alvear y Rodríguez Peña, de tres o cuatro pisos, habitada sólo por una anciana y su empleada, en la que indefectiblemente había sólo una luz encendida. "Acá va a vivir una familia completa sin que la dueña se entere", dice haber pensado; algo que luego mutó a la hora de escribir.

En la novela, el crimen que lleva a María a esconderse, no es la transgresión decisiva del personaje, sostiene Bizzio. "María es un héroe proletario que trama sin ningún énfasis un cambio social. Hace algo que no le estaba destinado: tiene tiempo libre, empieza a pensar y se da cuenta de que nunca lo había hecho". Para el escritor esos pasajes, esas transformaciones del protagonista, cuya única compañera de aislamiento es una rata, cifran la novela.

Ese ser representa "lo otro", mientras María también se reduce a la animalidad, limitado a lo mínimo: cómo higienizarse y obtener comida sin ser descubierto. "Está en un estadio pre capitalista porque necesita comer, pero no trabaja y es tan improductivo como la rata".

Es la primera vez que Tolcachir adapta una novela y eligió para esta la forma del monólogo. "Me gusta volver a esa cosa un poco primitiva del teatro: 'Yo te cuento esto y vos lo vas a ver'. La síntesis escénica apunta a que un solo elemento (una escalera, en este caso) sirva para contar todo. "La mayor parte de esta obra, sucede en la cabeza del espectador".

Signo de los tiempos, esta coincidencia: mientras el voto enojo y sus efectos son tema de conversación y preocupación en el Río de la Plata, Madrid ruge de "Rabia" argentina. En la ficción, la bronca puede ser catártica. En la política, una tragedia.

Ganador al mejor libro argentino de creación literaria: "El náufrago sin isla" de Guillermo Piro es la obra ganadora del Premio de la Crítica de la Fundación El Libro 2024