El Teatro de La Abadía ha abierto su temporada con una apuesta íntima y concentrada, interpretada en forma de monólogo pero con carácter de cuento fantástico. Una narración en la penumbra que nos traslada al interior de una mansión donde una persona se mantiene oculta en una buhardilla, desplazándose con cuidado para no ser descubierto. Casi como un cuento de tintes kafkianos, suave y misterioso.
La escenografía se limita a una estructura móvil en forma de escalera, que gira y compone secuencias, gracias a las ilusiones luminosas creadas por Juan Gómez Cornejo a través de los peldaños-¡qué sería de la escena madrileña sin su contribución!-. Silencioso y precavido para no ser descubierto por los habitantes de la casa, el protagonista realiza incursiones de madrugada para abastecerse, pero también para estar cerca de la persona a la que ama, para sentir físicamente su respiración agitada, aunque no pueda desvelar el misterio.
Seguiremos las mínimas peripecias que surgen de una reclusión en vida, entierro en una especie de cámara funeraria donde el alma busca espacios y cualquier pequeño suceso adquiere gran valor. Un hombre refugiado en un escondite que busca los modos de comunicarse y el teléfono le permite una línea para seguir fingiendo, componiendo una existencia que, por momentos, podría parecer imaginaria.
Rabia es una función escrita por Claudio Tolcachir, Lautaro Perotti, María García de Oteyza y Mónica Acevedo, a partir de la novela de Sergio Bizzio, Premio Nacional de Cultura de Argentina en la categoría de Letras. Los autores se enfrentaron al reto de reducir la acción de la novela en un relato con un sólo intérprete. "Lo hemos probado todo, en primera persona, encarnando varios personajes, en tercera persona, pero siempre nos ha podido el compromiso de que el público pudiera ir creando las imágenes de la misma manera que un lector las descubre mientras lee", indica el director Lautaro Perotti.
Claudio Tolcachir se mueve con sigilo en un cuidado espacio sonoro y de iluminación elegante, tanto como la propia expresión del actor, siempre comedida y precisa, descubriendo una personalidad aparentemente delicada pero donde una violencia oculta es capaz de llegar donde sea necesario. A la espera de asistir a los estrenos previstos que siguen aflorando, la actuación de Claudio Tolcachir sin duda formará parte de las más destacadas de la temporada. Es un placer disfrutar de su vuelta a los escenarios, después de unos años sin pisarlos, en nuestro querido Teatro de La Abadía.