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Presentación de EL CASO ANNE en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires

Publicada por primera vez en Londres con el título de Surviving Anne (Karnac Books, 2016), es la primera novela escrita desde la perspectiva del psicoanálisis de la orientación Lacaniana. Se basa en un caso clínico real que un colega europeo presentó en uno de los seminarios que dicta Gustavo Dessal en Europa.

por Leticia Varga

Dice el autor: "La historia de la protagonista, así como el desarrollo de la cura, me resultaron tan conmovedores que sucumbí al impulso de llevarlos al género narrativo".

Empecé preguntándome, ¿Cómo se presenta una novela?, ¿Cómo se hace para hablar sin decir realmente el argumento, y -sobre todo- sin contar su final? Cuando estaba en este embrollo conmigo misma me rescato pensar en orientarme por las resonancias que la novela misma causó en mí. Rápidamente por mi formación, quede cautivada por la posición del analista que en su labor cotidiano camina codo a codo con la locura. Como poder escuchar con cautela y parsimonia, como lo hace el querido personaje: el Dr Dave Palmer, que se encarga de enseñarnos el modo precisó, claro y eficaz que tiene como practicante de psicoanálisis de llevar adelante la dirección de la cura en un caso atravesado por innumerables aristas, a partir de complejas sobredeterminaciones. "Nuestra locura consiste en ocuparnos de la locura", es su enunciado que me guió en estas consideraciones que quiero transmitirles.

La novela tiene, a mi entender, dos elementos centrales que están precisamente articulados: se trata de un caso verídico y su escritura logra transmitirnos de un modo claro y preciso su singularidad, sin recurrir en ningún momento a tecnicismos.

El Dr. Palmer nos muestra la pasión por la clínica a medida que aborda este caso. Con una notable sencillez en el relato, el autor logra enseñarnos sobre la locura de Anne, su desencadenamiento y su fragilidad frente al encuentro con eso que cada vez que se presenta la deja sin amarre. Es conmovedor hasta qué punto el trabajo con el psicoanalista le permite comenzar a tejer, hilo por hilo como un remiendo, que aunque en el inicio de la presentación para el lector haya sido casi increíble, se empieza a escuchar que Anne tiene muchos recursos, y que pueda empezar a usarlos: es lo que luego nos llevará a lo sorpresivo del desenlace -que por supuesto no voy a relatar, para no privarlos del placer de su lectura.

Quiero resaltar que al mismo tiempo que Dessal nos presenta el caso Anne, el Dr. Dave Palmer se confronta a otros casos de urgencias (que le deriva el juez Deluca con el que se han hecho amigos); ahí se produce un efecto de lectura que me pareció maravilloso: encontrar dentro de una novela -que tiene un hilo lógico riguroso- pequeños cuentos cortos con un inicio, desarrollo y desenlace, que transmiten otros casos de locura femenina y masculina completamente conmovedores.

En esos mismos cuentos cortos, como se me ocurrió llamarlos, se puede volver a ubicar la inter-discursividad del discurso de un paciente con el discurso de la justicia y la posición del analista con sus intervenciones, en las que el autor siempre presenta la pasión por el psicoanálisis en su encuentro con la locura.

Gustavo Dessal nos presenta a los padres de Anne en su complejidad: ellos son judíos sobrevivientes de la Shoah. En estos encuentros singulares con esta paciente, va relatando la vida de los sobrevivientes de los siniestros campos de exterminio nazi.

Creo que Sobreviviente es uno de los hilos donde se puede ingresar en la lectura de esta novela, ya que a partir de este significante se pueden localizar los efectos subjetivos en los sobrevivientes de los campos de concentración y los efectos en las generaciones posteriores.

Otro detalle que quiero subrayar -entre tantos personajes con los que se frecuenta el Dr- la relación del Dr. Palmer con su psicoanalista y supervisor (es decir, aquel con el que supervisa su práctica), el que afirma: "El psicoanálisis es como la mordedura de una serpiente. Una vez que el veneno alcanza tu corazón, estás perdido. No es el simple ejercicio de una profesión. Es algo que se mete en tus huesos, y entonces ya no puedes dejarlo. Nadie se retira de este oficio, Dave, nadie que verdaderamente haya sido tomado por él."

A través de otra frase, esta vez del Dr. Palmer, Dessal nos vuelve a esclarecer sobre qué es la experiencia de un psicoanálisis: "Me hice médico, pero acabé dedicándome a atender el mostrador de esta oficina de objetos perdidos, donde acude la gente creyendo que aquí va a recuperar el suyo. Es una oficina muy especial, porque aunque en realidad aquí no está lo que busca, en el trámite de averiguarlo encuentra otra cosa que ni siquiera sabía que existía. Y lo más extraordinario es que eso les cambia la vida."

Otro de los puntos cruciales que trata la novela es acerca de los profundos efectos de la pulsión de muerte y las diferencias del tratamiento que ofrece el psicoanálisis frente a los caminos alternativos de la ciencia, las terapias breves o la religión. 

"Los primeros años me permitieron constatar dos cosas fundamentales...La primera es que los seres humanos no estamos programados para la felicidad, sino más bien para lo contrario, y que persistimos de manera asombrosa en la búsqueda de nuestra propia perdición. La segunda, en cierto modo una continuación de la anterior, es que estamos impedidos de aprender nada de la experiencia. Por supuesto, podemos aprender muchísimas cosas, pero ninguna que sirva para eliminar el principio universal de la autodestrucción. Estas dos cosas me pusieron rápidamente en guardia contra los evangelios del aprendizaje y la rehabilitación, y adopté la cautela de desconfiar de todos aquellos que persiguen la normalidad como la esencia de la sabiduría. La normalidad no solo suele ser uno de los vehículos más habituales de la hipocresía, sino que también es el alimento favorito de la mediocridad espiritual y moral. Deploro a los profetas de la prevención de la salud mental, a los apóstoles de la autoestima, a los dispensadores de recetas y fórmulas para conquistar el máximo de placer en la vida. He renunciado a curar a nadie de nada, salvo de su incapacidad para convivir en mejores términos con su enfermedad. Tampoco intento convencer a nadie de que venga a verme, e incluso me esfuerzo para que aquellos pacientes que acuden presionados por órdenes judiciales puedan no obstante encontrar su propio impulso. Todo aquel que me busca es libre de marcharse cuando le plazca, bien sea porque no le sirvo para nada o, al contrario, porque ha logrado obtener lo que necesitaba".

 

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