De Juan Diego Incardona nos llega la cuarta novela de lo que ya constituye su “saga matancera”: la serie sobre Villa Celina, en La Matanza, territorio del autor. Las estrellas federales (Interzona, 2016) se desarrolla en ese barrio del conurbano bonaerense empobrecido por los cierres de fábricas, poblado por familias en decadencia, jóvenes sin perspectivas, oportunidades de trabajo casi nulas. Es 1989, año de los saqueos a los supermercados. El propio Juan Diego protagoniza y narra la historia. Primero, una inexplicable invasión de estrellas federales —“el barrio sepultado en flores, el barrio bañado en sangre…”—que muchos interpretan como el principio del fin. En medio de un ambiente apocalíptico, la irrupción del Circo de las Mutaciones hace desfilar por el barrio a una serie de personajes insólitos, algunos con claras referencias al mundo del Eternauta. Años después al joven le tocará sufrir junto a ellos una lluvia de ácido sulfúrico que se abate sobre la zona. En un final alucinatorio brotan nuevamente las estrellas federales. “Belleza y olor a podrido; amor y residuos.” Metáfora de la destrucción del país en la década del ’90, esta novela corta expresa en clave mítica la realidad de esos años de fin del milenio.