Dos fuerzas recorren Imaginario, el tercer libro de cuentos de Edgardo Scott (Lanús, 1978). Por un lado, un conjunto de relatos está construido de manera clásica, con personajes convencionales que de pronto rozan la extravagancia (y viceversa) y tramas donde se perfila el carácter irremediable de los destinos; por otro, una serie de historias hechas de historias, intertextuales y con las marcas registradas (explícitas) de Jorge Luis Borges, W. G. Sebald, Oscar Masotta, entre otros. Un buen ejemplo de esta serie es “Quiroga y la déchetterie”, “una mezcla de VTV y chatarrería”, según describe el narrador, un emigrado argentino en Francia (como Scott), que objeta ciertos recursos utilizados por Horacio Quiroga en “A la deriva”.
Los mejores cuentos de Imaginario –realistas, fantásticos, especulativos e incluso casi anecdóticos, como el crepuscular “Última tarde en Belleville”– pertenecen al primer conjunto. El denominador común de unos y otros es la escritura fronteriza de Scott, a veces con un estilo protocolar que deliberadamente raya en el absurdo, como pasa en “El número AFED”, en referencia a un hallazgo científico que permite predecir la fecha de muerte de los habitantes en el siglo XXII, y en “Historia del avión”, ambientado en un futuro próximo en el que la Argentina ha recuperado la soberanía de las islas Malvinas con el apoyo de un “consorcio global”. Otras veces, recurre al talante taciturno o confiado con el que los personajes asumen lo que les ha tocado en suerte (por lo general, una desgracia).
En “Remate”, que está dedicado a Elvio Gandolfo, se concilian ambas fuerzas. Está protagonizado por Candela Cáceres, una escritora de éxito comercial que, para consagrarse de forma definitiva como autora canónica de las letras argentinas (los premios, cócteles y entrevistas no son suficientes, observa el narrador), asiste al taller literario de Irene Blanco, “vieja poeta depresiva, ludópata y maltratadora”, personaje que podría tener más de un parangón real, de uno y otro sexo. De manera discreta, en este cuento como en otros se filtran las ideas de Scott sobre el arte de la ficción breve (“tal vez el cuento ya no aspire a ninguna sorpresa”) y el atribulado ámbito literario argentino (que volcó en el ensayo Escritor profesional; una de ellas es que “la verdadera fama de un escritor, si sucede, será siempre póstuma”).
La muerte, “un misterio, inocente o ignorante”, es protagonista transversal de la colección: su proximidad con los personajes activa las historias de principio a fin en Imaginario, que abre con la aventura del sastre Franz Reichelt, que se arrojó desde la Torre Eiffel en 1912, hasta la escena final de “En el sanatorio”, enésimo homenaje al cuento “El Sur”, de Borges.
Imaginario
Por Edgardo Scott
Interzona
128 páginas