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Rodolfo Walsh’s Last Case de Elsa Drucaroff, traducido por Slava Faybysh

Por Pablo Baler “Inspirada en los textos de Rodolfo Walsh, la novela también podría leerse como un prisma posmoderno de referencias intertextuales” FICCIÓN

Reino Unido: Corylus Books. 2024. 187 páginas.

El último caso de Rodolfo Walsh, de la escritora argentina Elsa Drucaroff, finalmente está disponible en inglés. Sus anteriores novelas históricas (La patria de las mujeres, Conspiración contra Güemes, El infierno prometido) desafiaban los límites de los géneros narrativos, y El último caso de Rodolfo Walsh (Rodolfo Walsh’s Last Case) no es la excepción. En ella, Drucaroff reimagina la historia y la ficción histórica a través del lente de un género narrativo popular. El último caso de Rodolfo Walsh es un policial negro que se desarrolla durante la brutal dictadura que tomó por asalto a Argentina desde 1976 hasta 1983. Aquellos que no están familiarizados con la obra de Drucaroff descubrirán a una autora ágil y perceptiva, con una mirada perspicaz que detecta hasta los movimientos más sutiles y un oído absoluto para los matices discursivos. El último caso de Rodolfo Walsh es un thriller compacto, con una trama que avanza y una narrativa de impacto cinematográfico. La impecable traducción al inglés de Slava Faybysh capta la textura de la prosa prístina de Drucaroff a la perfección, al igual que el color particular del dialecto argentino de los años setenta: un mundo de antaño con teléfonos públicos en cada cuadra, mapas plegables y rockeros de pelo largo.

La novela, publicada originalmente en español en 2010, plasma como protagonista al mítico escritor, periodista y militante Rodolfo Walsh en la piel de un detective que busca a su hija María Victoria, desaparecida a raíz de un operativo militar. La novela pinta una imagen vívida del clima asfixiante que definió a este período traumático de la memoria argentina. Y, como si la apuesta no pudiera ser mayor, Walsh termina enredado en una red de intrigas políticas enmarcada en un enfrentamiento entre las fuerzas clandestinas militares y la resistencia guerrillera. 

Inspirada en los textos de Rodolfo Walsh, la novela también podría leerse como un prisma posmoderno de referencias intertextuales. Cuando la pareja de Walsh, Lila, intenta ayudarlo con el caso, recurre no a los hechos o la razón, sino a una referencia literaria: “Si esto fuera un cuento tuyo, un cuento policial, y apareciera una sandalia sola… ¿Eso qué querría decir?”. Walsh responde: “[…] esto no es un policial inglés, Lila, es la realidad”. En un juego de guiños literarios y alusiones autoreflexivas, Drucaroff extrae elementos de las obras de Rodolfo Walsh “Carta a mis amigos”, “Esa mujer” y Operación masacre para construir esta obra de ficción policial polifónica que lo tiene al mismísimo Walsh (investigador de crímenes políticos y escritor de novelas de detectives) como un sabueso de ficción arquetípico pero multifacético.

“Como buen escritor comprometido con las luchas por la justicia social, Rodolfo Walsh tiene una respuesta precisa a la vieja pregunta sobre la efectividad o el valor de la literatura como herramienta de resistencia”

Esta versión ficcional de Walsh es tan compleja y psicológicamente densa como la figura histórica. Pero algo que vale la pena destacar es que Drucaroff crea un mosaico caleidoscópico de espejos rotos en el que todos los personajes (parejas, espías, dobles agentes y contraespías) reflejan sus contradicciones e identidades fragmentadas. En la nación no solo se libran batallas, sino también luchas internas y personales. Cada personaje recibe el llamado a realizar un acto heroico destinado al fracaso, y reconstruir su identidad resulta ser el más evidente de todos. Por eso es que una de las preguntas que más los atosiga, el caso que apuntala la novela, es cómo reconstruir una identidad en una sociedad destrozada que parece estar tan degradada al punto de no retorno. En ese sentido, El último caso de Rodolfo Walsh también es una novela que habla de los tiempos que corren, ya que la Argentina de 2024 se encuentra una vez más sitiada por un gobierno reaccionario que coquetea casualmente con la miseria económica y la represión militarizada. 

Como buen escritor comprometido con las luchas por la justicia social, Rodolfo Walsh tiene una respuesta precisa a la vieja pregunta sobre la efectividad o el valor de la literatura como herramienta de resistencia. Según él, la política sobrepasa a la literatura. En algún punto de su novela, Walsh (el personaje) deja en claro que, incluso si alguien piensa que sus historias de detectives son “obras maestras”, para él estas no tienen valor frente a las injusticias sociales: “Yo defeco (…) sobre las obras maestras de la inteligencia, si son ciegas ante los desposeídos.”  El 25 de marzo de 1977, mientras Walsh yacía agonizante en la vereda de la Avenida San Juan tras una emboscada y posterior balacera ejecutada por un grupo de tareas de 50 efectivos, de seguro no había cambiado de parecer. El último caso de Rodolfo Walsh es una celebración de este compromiso férreo y honrado. Pero, al mismo tiempo, cuando damos vuelta la última página de esta novela, nos queda la sensación de que la resistencia de repente podría estar imbuida con poesía, y que la literatura puede tener un eje político en el sentido metafísico más amplio de la palabra.

 

Traducción de Daiana Díaz

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