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Todo el ganado perdido

Un gran recurso del ensayista -y del contador de cuentos- es decir, para introducir el tema, "cuando venía para acá se me ocurrió que....", o bien, "ya lo dijo antes -y mejor- tal o cual...". Y una tercera, no menos importante, es la ocupatio, -que no es un invasor de patios- que consiste en decir "yo no les voy a contar la historia de...", o bien "yo no soy quien para opinar sobre este tema, pero..." y después uno se despacha con cantidad de cosas sobre lo que no iba a decir o no tenía altura para opinar sobre.

En esta ocasión, intentaré un recurso híbrido. Porque el texto que da título al libro de Idez lo leí esta mañana, pero mentiría si dijera que venía para acá, pues iba a trabajar. Es decir, no venía, iba. Y sería una flagrante contradicción decir "cuando iba para acá".

Entonces, para ser franco, diré que "esta mañana, cuando iba en el colectivo", que se ajusta más a la realidad. Y tomé el colectivo en vez del tren por la lluvia. Aunque el colectivo tarda más, es decir, se pierde más tiempo así, porque terminé llegando tarde al trabajo. (1)

Bueno, resulta que leí el ensayo que da título al libro (¡ah! ¿ya lo dije?), y aquí el lector desprevenido dirá "pero, ¿es una presentación o un ensayo?"; a lo que se le puede responder que bien se puede hacer una presentación con un ensayo. ¿O no, Yoko?, diría Lennon.

Yendo al punto: Elogio de la pérdida es un libro que presenta libros inexistentes. O de existencia dudosa o improbable. Y es muy recomendable. El libro, claro, no vaya el lector desprevenido a creer que uno le recomienda ser dudoso. O improbable.

Y así como hay una presentación que alude a la alegoría de la caverna platónica ("Poemas argentinos", Leslie Ho), y otra que es un meta cuento ("Propiedad horizontal/Acecho", Mariano Luro), nos econtramos con un ensayo genial ("Elogio de la pérdida", Miguel Sileiro) sobre el mundo consumista, machista y fálico que nos toca vivir.

Aquí el presentador nos cuenta cómo Sileiro va construyendo su teoría sobre el concepto de "perdida", que puede llegar a asociarse al inefable terror a la castración; mientras que una cultura como la Hopi (un matriarcado) entiende que en el dejar ir, se gana mucho más.
 

De esto deduce Sileiro que, si viviésemos en el seno de una sociedad matriarcal, la pérdida no tendría el acento dramático que le imprimimos actualmente, ya que la mujer sufre "pérdidas" regularmente y de hecho debe "perder" al hijo que lleva en su vientre para darlo al mundo (...) por tanto incorpora simbólicamente la pérdida como parte de un ciclo en el que esta se alterna con la ganancia complementariamente. (Pág. 48)


En suma, "Elogio de la pérdida" (el ensayo) es tan recomendable como Elogio de la pérdida (el libro), porque con una mirada fresca, un humor agudo no exento de crítica social -disfrazada de crítica literaria- nos lleva por el difícil camino de la imaginación, que en estos tiempos que corren no es nada poco.

(1) Ahora bien, cuando uno llega tarde al trabajo, el tiempo que se "pierde", ¿quién lo pierde? El empleador, sin duda, que está pagando por la presencia del empleado. Y que no cobrará el presentismo, claro, por una simple cuestión nominal.
Pero desde el punto de vista del empleado, que ha llegado tarde por tomar el colectivo, ha "ganado" tiempo de lectura, ha crecido en su capacidad de analizar la realidad que le toca vivir gracias a este excelente ensayo. Y esta nota esta aquí a propósito, para lograr -o pretender lograr- la tan ansiada relación contenido/forma, a la que alude el texto aludido.

Fernando Berton

Ganador al mejor libro argentino de creación literaria: "El náufrago sin isla" de Guillermo Piro es la obra ganadora del Premio de la Crítica de la Fundación El Libro 2024