El Ulises de Joyce es un libro largo y de una prosa condensada y elíptica. Leerlo es como leer la obra completa de un autor, o la de varios autores muy distintos. Recorrerlo es una de las más grandes aventuras que ofrece la literatura y cualquiera que lo haya hecho de principio al fin dirá que el esfuerzo valió la pena.
Pero también es cierto que Ulises es una novela demandante y difícil. Las citas literarias y musicales, las referencias históricas, la variedad de sus personajes y, sobre todo, la apretada red de alusiones y remisiones internas, la convierten en una vasta enciclopedia, en una populosa ciudad, en un intrincado laberinto.
Luego de más de veinte años de estudiar y enseñar Ulises, Carlos Gamerro nos ofrece esta serie de instrucciones para perdernos con placer y provecho en la novela más compleja de toda la literatura. Ulises. Claves de lectura se dirige tanto al lector común culto como al especializado; y es fundamentalmente, un libro pensado para quienes leen Ulises en español: las distintas versiones son evaluadas, los problemas de traducción explicados y la enorme influencia que Ulises ha tenido en las literaturas hispánicas es aprovechada a la hora de leerlo y analizarlo.
Autor de las novelas Las Islas (1998 y 2007), El sueño del señor juez (2000 y 2004), El secreto y las voces (2002), La aventura de los bustos de Eva (2004) y de los cuentos de El libro de los afectos raros (2005), Carlos Gamerro es, sin duda, uno de los más importantes narradores surgidos en la última década. Guionista de cine, periodista cultural y docente, es también un fino y polémico crítico –tal como puede leerse, por ejemplo en El nacimiento de la literatura argentina y otros ensayos (2006)–, dueño del andamiaje técnico necesario, el cual no dudará en abandonar para expresar, con la correspondiente cuota de pasión, ideas propias que, cuando cuadre, desafíen las mecánicas verdades de la academia. Esta última cualidad –por cierto rara– es, sin duda, la que les resulta más atractiva a los muchos asistentes a sus talleres, que Gamerro dedica a diversos autores de la literatura de lengua inglesa, a los grandes novelistas latinoamericanos, a Borges y, fundamentalmente, a Shakespeare y a Joyce, de quienes es, probablemente, el gran especialista argentino. Prueba de ello es Ulises. Claves de lectura (2008), obra monumental y valiosísima, que acaba de ser publicada en la Argentina.
Gamerro tiene el mérito de ser el primer autor de lengua castellana que ha escrito una guía anotada del Ulises a la medida de los lectores de nuestro idioma y, fundamentalmente, de los argentinos. Para ello, además de servirse del importante cuerpo de notas ya existente y de sus muchas observaciones personales –fruto de más de veinte años de lectura y enseñanza continuadas–, recurre a un esquema largamente aplicado a las literaturas consideradas coloniales que favorece la explicación de la obra de Joyce haciendo permanente pie en lo que un lector latinoamericano puede entender mejor. Dice, por ejemplo: “Toda cultura colonial o neocolonial, como la irlandesa, o la nuestra, es una cultura dividida: tiene un ojo en su tradición y otro en la extranjera. Por eso, entre otras cosas, es importante destacar el carácter irlandés de Ulises. En ese aspecto al menos estamos mejor capacitados para leerlo que un inglés, francés o norteamericano promedio”. Este punto de vista podría de algún modo asimilarse al de Borges, cuando señalaba que los americanos del norte y del sur tenemos la posibilidad de ser mejores europeos que los ingleses, los franceses, los alemanes o los italianos porque no estamos obligados a una única tradición, sino que podemos escoger entre todas, lo que también nos hace mejores argentinos.
Un trabajo ejemplar
La guía de Gamerro no se reduce a la exposición de una mera síntesis argumental porque, en cierto modo, eso es lo que menos importa en este novela que transcurre en un solo día (aproximadamente entre las 8 de la mañana del 16 de junio de 1904 y las 4 del día siguiente). El trabajo se abre con una introducción dedicada al análisis de los principales problemas que plantea el Ulises. Entre otros, su legibilidad, su traductibilidad (y acá, en razón de lo que queda en el tintero al transportar el inglés de Joyce a cualquier otra lengua, los lectores lacanianos, hélas, van muertos), su lugar en la narrativa contemporánea, los esquemas de interpretación planteados desde incluso antes de la publicación, la obra previa de Joyce en relación con el Ulises, la Irlanda y, especialmente, la Dublín que se describe, etc. Luego vienen los dieciocho capítulos de la obra y la explicación de cada una de las dificultades que van presentándose tanto desde el punto de vista histórico, geográfico (se agradece especialmente la amable inclusión del mapa de Dublín con las referencias al itinerario de los personajes, tanto en la retiración de tapa como en la retiración de contratapa), biográfico y cultural, con permanentes extrapolaciones al universo que Joyce se propuso retratar. Y éste, aun con la pérdida que supone la traducción, es tan rico, tan lleno de matices que, como bien apunta Gamerro en su nota final, “una vez que el lector ha concluido la primera lectura continua y completa de Ulises, con o sin la ayuda de libros como éste, la aventura recién comienza”. Entre otras cosas porque la técnica –al menos la que sobrevive en el pasaje del inglés al castellano– resulta igualmente fundamental y Gamerro propone una constante reflexión sobre, por ejemplo, las diferentes variantes del monólogo interior, el punto de vista de los personajes, el concepto de epifanía, etc.
Lo curioso es que todo esto ocurre en una versión particularmente amable de nuestra lengua. Así, por ejemplo, puesto a discutir los vericuetos que se esconden detrás de la idea del personaje de Buck Mulligan, que quiere helenizar Irlanda, Gamerro dice: “Como todo, en Mulligan, sólo son palabras, después no hace nada. En esto, así como en su carácter histriónico y cierto amaneramiento, Mulligan se proyecta como una versión degradada de Oscar Wilde”. Y luego de explicar lo que Joyce pensaba sobre Wilde, apoyándose en un famoso artículo, Gamerro concluye: “Oscar Wilde en algún momento se pasó de la raya y se la dieron, por homosexual pero también por irlandés”. O más adelante, comparando los modelos de traidor que representan Mulligan y Stephen, anota: “Ambos representan, además, dos formas distintas de rebelión: el blasfemo y el apóstata, el traidor veleta y el traidor íntegro. Cuando Stephen se rebela, se banca las consecuencias, no se adapta a las circunstancias según su conveniencia”. La precisión de esos giros coloquiales usados con absoluta deliberación permite que la lectura progrese y, sin perder claridad, sea menos engorrosa. En síntesis, se trata de un libro importante, destinado a perdurar en las bibliotecas.
La primera versión completa de Ulises se publicó en París en 1922. Se ha señalado abundantemente que, de allí en más, buena parte de la literatura moderna le adeuda algo a la novela de Joyce, sea esa deuda deliberada o no. Ambientada en Dublín a principios del siglo XX, concretamente el 16 de junio de 1904, Ulises narra la historia de un día en la vida de Leopold Bloom, el protagonista principal. La descripción de esa jornada, moldeada sobre una serie de correspondencias con la Odisea de Homero, marcó un hito radical para las posibilidades de la ficción. Una notable versatilidad técnica y estilística le sirve a Joyce para alterar los criterios narrativos más o menos convencionales hasta ese momento. Así, por ejemplo, desdibuja la figura tradicional del narrador –y con ello quizás también la del lector–, tensa la idea del tiempo, o expresa el pensamiento tal como fluye en nuestra mente, sin un plan ni una sintáxis. Pero Ulises es también la obra en la que Joyce incluyó “tantos enigmas y acertijos que los profesores estarán siglos discutiendo qué quise decir”.
Abordar Ulises supone una suerte de travesía, un camino brumoso, inesperado. La mayoría de los lectores comunes sólo advertimos fragmentos desintegrados, aquí y allá una isla, una costa, una cima a la distancia. Sólo intuimos la intensidad de la recompensa. La compleja arquitectura del texto exige esfuerzo y preparación, mucho más cuando no se es ni irlandés ni anglófono, y, como es casi inevitable, cuando no se tiene el bagaje de conocimientos necesario.
Muchos hemos leído algún artículo sobre la obra, alguna opinión autorizada al respecto, pero no pasamos de allí. Habida cuenta de que no hay ninguna edición anotada de la novela en castellano, el trabajo de Gamerro será sin duda, y seguramente por mucho tiempo, una referencia obligada para el lector de habla hispana interesado en apreciarla más cabalmente. Los méritos de Ulises. Claves de lectura son varios. Siguiendo la división clásica del texto –tres partes y 18 capítulos– y los llamados “esquemas”, Gamerro condensa bibliografía crítica esencial sobre el mismo, a lo que suma su propio rigor analítico, erudición y claridad expositiva. Tampoco es un mérito menor la amenidad de su estilo. Y más importante aún, el libro, necesariamente debido a la pasión, despierta el deseo de leer o de releer Ulises a la luz de sus comentarios.