por Natalia Blanc
"Pero yo me vuelvo hacia la noche; la santa, indecible, misteriosa noche. Lejos queda el mundo...", escribe Novalis en el primero de los seis poemas que componen Himnos a la noche, título reciente de la colección Zona de Tesoros de Interzona. Compilados y traducidos por Pablo Gianera, los textos escogidos son deliciosos: primero, el bellísimo poema dedicado a los laberintos de la noche, definido en el prólogo como un desdoblamiento "entre la luz y la oscuridad, el sueño y el despertar, la historia y la eternidad, la soledad y la vida nueva...".
Luego, fragmentos de su inconclusa "enciclopedia" integrada por entradas breves que revelan una mirada definitiva sobre el universo poético: "La poesía es realidad absoluta. Este es el núcleo de mi filosofía. Cuanto más poético, más verdadero". Citas de sus diarios, un monólogo en prosa y otros dos poemas ("El extranjero" y "Cuando figuras y números ya no sean") completan un libro cautivante que, como sello de la colección, tiene una figura geométrica en la tapa. Las siete letras de Novalis forman un símbolo perfecto de luz y oscuridad.