Guido Indij dirige tres editoriales: La marca editora, Asunto impreso ediciones, y por supuesto, Interzona, la cual devolvió a la vida hace poco menos de dos años. Con ideas muy claras por su pasado como editor de libros de arte (las letras de la editorial cortadas en el borde inferior de las tapas, el nuevo formato de los libros, y un diseño de colección más reconocible) es ésta última la que lo pone en el mapa de la literatura contemporánea argentina y latinoamericana.
Por otro lado, desde su resurrección, los autores editados por Interzona tienen visibilidad en todo el circuito de librerías. Así tenemos de vuelta acceso a títulos como Runa y En otro orden de cosas, de Fogwill y otros cuantos títulos de autores de la relevancia de Sergio Bizzio y Juan Villoro.
También se destaca la famosa “Residencia Creativa Interzona“, que todos los años elige a un grupo de escritores (la mayoría, aunque no todos, vinculados a la editorial) y los lleva de viaje a Bariloche una semana. El único requisito es que todos los escritores se junten a la hora de la cena. Y si es posible, que escriban algo inspirándose en esa estadía. Busca motivarlos, les pasa películas como El resplandor, de Kubrick, por ejemplo (¡en un hotel!). También está muy presente como la cara de sus editoriales en las redes sociales y en los medios audiovisuales. Con un pasado anclado en la belleza propia del libro como objeto y con un entendimiento personal del presente y el futuro del medio literario, se ha convertido en una figura clave en la escena local.
Estuve leyendo la crónica de Claudia Piñeiro sobre la Residencia Creativa Interzona. ¿Es verdad que ella no llegó a escribir el cuento?
Hay una parte que no está bien expresada, si se quiere, y es que nosotros no le exigimos a los escritores que escriban durante la Residencia, ni que escriban para venir a la Residencia. Están invitados por la editorial porque tenemos la posibilidad de hacerlo. Así como yo no puedo darme el lujo de ir a ese hotel si no es a través de un dispositivo como éste, a la mayoría de los escritores les pasa lo mismo. Tenemos la posibilidad porque hay un buen vínculo con el Llao Llao y porque a sus responsables les gusta la literatura y la creación artística. Se trata, simplemente, de convivir durante una semana. Para nosotros el beneficio consiste es tener atención de la prensa y para el hotel es impregnarse del talento de quienes lo habitan al tiempo que se construye una tradición que vincula al hotel con la literatura, como la tiene con el jazz, por ejemplo. Nadie está obligado a escribir. En su crónica, Claudia lo que hace es problematizar la idea de escribir por encargo, para nosotros, para Anfibia, para otros medios. Pero ni Interzona ni el hotel obligan a los escritores a escribir. Claudia ya nos entregó su cuento en estos días, uno que escribió después de finalizada la Residencia, inspirada en el Llao y la editorial, que evidentemente paga a los autores por sus textos gratifica a los autores de las antologías que publicamos después de la Residencia con tres noches de cortesía para que puedan volver al Llao con quien gusten.
De la primera experiencia surgió Historias de hotel. Contame sobre este.
El libro que vamos a publicar se llamará Historias del fin del mundo. Ambas experiencias fueron muy divertidas y agradables, todos la pasaron muy bien. A nosotros nos interesa entender cómo funciona la inspiración. La Residencia Creativa intenta bucear justamente en eso: ¿cómo funciona la inspiración en un escritor? Se llama Residencia Creativa cuando en realidad es más una Residencia Re-creativa. La verdad es que se la pasan joya. Hay como una sobreoferta y estimulación constante. Lo único que están obligados a hacer los autores es a convivir durante la cena. A las otras actividades van si quieren. Pueden elegir quedarse a escribir en la habitación o irse a dar una vuelta por Bariloche, pero a la hora de la cena intentamos encontramos todos. En la práctica se da que nos encontramos muchas más veces: en el desayuno, en el almuerzo, en el happy-hour… La consigna es: si se van a inspirar, sepan que nosotros vamos a sacar un libro que se llamará Historias de hotel, en la anterior, e Historias del fin del mundo, en la última.
¿Qué pensas de la novela en relación a la ficción? Si es necesario respetar la realidad (el caso Martín Kohan / Ignacio Molina) o si el autor debe tener total libertad para jugar con ese límite.
La novela es un género que para nada presupone que respetes la realidad. Vos escribiste una novela donde está Guido Indij y nos acabamos de conocer.
A lo mejor Kohan le sacó un caramelito a Molina. No se. No creo haya ninguna mala leche en Bahía Blancade Kohan, muy recomendable por otro lado. Y me parece una estupidez que Molina crea que “ahora no podrá titular” Bahía Blanca a su novela autobiográfica.
En este momento estamos a punto de publicar dos libros más donde la primera persona y la cosa autobiógrafica es lo que prima. Incluso hemos tratado (hasta el punto en que puede intervenir un editor en una novela) de reforzar eso. El caso de Mundo Porno de Juan Manuel Candal por ejemplo; yo no sé cuánto fue verdad o no en su historia, pero encuentro un valor ahí.
¿Cómo fue tu camino hacia convertirte en el editor de Interzona?
Hace poco menos de dos años llegué a Interzona. Cuando vos sos elogiosa con Interzona, gran parte se debe al mérito de otros editores: Edgardo Russo, Damían Ríos, Damián Tabarovsky. Yo me hice cargo hace muy poco y trato de conservar la línea ya trazada y darle al mismo tiempo mi sello personal.
Soy editor hace más de veinte años en La marca editora y desde hace quince en una distribuidora, librería y sello editorial, Asunto impreso. Asunto impreso ediciones no saca más de tres libros al año. Es importador, distribuidor, es como nuestro órgano comercial, y se dedica más a la fotografía y arte.
Contame cómo descubriste a Robertita y cómo fue el proceso de la publicación de Loser.
Robertita vino a vernos con un manuscrito, que corregimos. Cuando tomamos Interzona había una pila de manuscritos y cuando la gente se enteró que Interzona reabría comenzaron a mandarnos nuevamente. Superaron nuestra capacidad de lectura. Robertita vino con un libro raro, con dibujos, tenían otro nombre los personajes. Más allá de la pregunta sobre si la novela debía respetar la realidad, el personaje no se llamaba Robertita sino Albertina, pero por otro lado Robertita tampoco es el nombre de la autora. Es un libro al que le está yendo sorprendentemente bien.
¿Qué pensás del libro digital?
Decir “libro digital” ya me parece una exageración. La marca editora tiene una línea digital. Es un soporte más. Pero el libro es el libro.
Para Interzona estamos armando una estrategia digital. La idea que va madurando es la de potenciar el nombre de Interzona como un espacio para la circulación transversal para la literatura latinoamericana. A ver si nos sale bien…