POR BETINA GONZÁLEZ
Hay antologías que marcan generaciones de lectores, especialmente cuando son la primera puerta de entrada a una literatura extranjera o cuando arriesgan hipótesis sobre las tendencias que unen a escritores diversos. La antología ALT LIT Literatura norteamericana actual compilada por Lolita Copacabana y Hernán Vanoli cumple con esos dos requisitos. Y agrega todavía una virtud más: es una selección rigurosa dentro del mar de otra manera inabarcable (incluso para el lector bilingüe) de la literatura publicada online en los Estados Unidos durante las últimas dos décadas.
Tal como lo señalan los compiladores, la explosión de la ALT LIT es un fenómeno post 2001, post caída de las Torres, post surgimiento de China como sombra del Imperio. El término es equívoco, incluso en Estados Unidos: designa a una literatura ajena a las universidades, que circula en revistas y blogs independientes del mundo del libro y su lógica comercial. Pero también se refiere a una literatura ligada a lo hipster, estilo que, por otra parte, ya empieza a perfilarse como otra etiqueta más reabsorbida por la lógica monstruosa del mercado al que supuestamente se oponía.
Más allá de las opacidades del término, la antología de Interzona presenta veinte relatos que tienen en común no sólo el hecho de su circulación ex-céntrica sino también estéticas, miradas y sensibilidades alternativas a las que Hollywood y cierta literatura masiva insisten en reiterar. Así, textos como los de Sam Pink y Ofelia Hunt presentan a la industria del entretenimiento como la fuente del tedio descerebrante de todos los días o a los comederos McDonalds como el sitio en donde habita la más desolada de las tristezas. Jordan Castro y Noah Cicero eligen narrar otro tipo de desolación: la del crack-head o la del empleado común, mientras que Tao Lin, un tanto previsible y repetitivamente, ironiza sobre los seudo-escritores que pueblan las universidades declamando sobre problemas de gente blanca sobrealimentada. En el otro extremo, los relatos de Blake Butler son denuncias más frontales del agotamiento del Imperio y su modelo familiar: en uno de ellos los niños explotan y a los padres se les borra cualquier huella de dolor al respecto. Pero son los cuentos de la escritora californiana que firma como xTx el verdadero hallazgo de la antología: “Empate” es un relato magistral sobre el duelo y la relación madre-hijo y “Una cadencia inestable” una reflexión tan sutil sobre el hecho biológico de la reproducción que no duda en apartarse de las convenciones del realismo para narrarlo con justicia.
Claro que estos temas ya existían en la literatura norteamericana de los 90. Pero estos relatos optan por caminos que no son los de la amargura minimalista de Carver y sus imitadores. Además, los textos de estos jóvenes estadounidenses cobran verdadera vida en el excelente trabajo de traducción de los compiladores que, sin caer en un falso español neutro o en una versión extremadamente local, logran una prosa a la vez extraña y familiar.