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“Hay en los hombres una cosa innata de mirar escotes”

Periodista contracultural y escritor, se niega a que los temas de género se aborden sin la presencia de varones. Cree que la corrección política es el “no te metás de estos tiempos”.

Grieta, #MeToo argentino, condena social, escotes, apologías, rechazos, Generación Beat, corrección política, malestares de la cultura.

Juan Carlos Kreimer, acaso nuestro primer periodista contracutural, juega con las cartas marcadas. Tener ventaja es su mega característica de personalidad. Ninguna universidad puede enseñar materias como “Olfato” o “Curiosidadad”. Dice ser un cool hunter, cazador de tendencias. “Sólo estar conectado con lo que me pasa a mí, ya es transgredir”.

Siempre la vio primero. Escribió en castellano sobre el punk cuando apenas se sabía de Sid Vicious. Sobre el rock nacional (¡Agarrate!), cuando Litto Nebbia tenía pelo largo. Beatles&Co. lo hizo mientras el grupo seguía en actividad. Donde algunos advertían globalización, el vio la new age y editó Uno mismo. Con su manual de estilo ¿Cómo lo Escribo? puso de moda los talleres literarios. Con Bici Zen –libro traducido a diez idiomas- inspiró la ampliación del trazado urbano de bicisendas.

En los agitados ‘70, Kreimer integró una redacción que fue un desprendimiento de la invariablemente legendaria revista Primera Plana, donde el único mandato era fumar marihuana. Este año publicó sus memorias en un seguido de testimonios y diarios transgénero tituladoProsa Caníbal (Interzona).

Probablemente junto a Osvaldo Baigorria, otro viejito piola (¿Nuestra Generación Beat?) ambos vengan gozando de un aligera canonización. Sin dudas, dos referentes de la contracultura criolla.

Kreimer, modelo 1944, vivió para tener algo que decir. Baigorria, también periodista, escritor y miembro fundador de una comunidad rural en las Rocallosas, se supone que también.

Kreimer atiende en su casa. No es ningún Enrique Symns. Kreimer toma reglamentarios dos litros de agua diarios. Elegante, vital, lúcido, motivado, atraviesa la séptima década y da a entender que la “contracultura” no es un viaje de ida.

-¿Sos famoso?

-En las redacciones modernas no me tienen para nada. Las nuevas generaciones ni saben quién soy. Diría que lo mío va por el lado del prestigio.

-¿Qué sería la contracultura?

-En el periodismo, la contracultura no existe más. El sistema se apropió de sus contenidos y perspectivas. Las empresas contrataron a muchos de sus mejores cronistas para integrarlos a su cúmulo de noticias y, digan lo que digan, terminan siendo sólo el mensaje del medio. Es curioso que el periodismo cultural, con mucho más espacio que antes en los medios, no tenga el peso que tenía hace treinta años (...) En los ‘60 y ‘70 el periodismo establecido necesitaba gente nueva para contar algo que andaba ocurriendo: los jovenes y el rock. En esa época la juventud aún no era importante para el mercado. Ahí entramos a las redacciones varios pendejos. Te hablo de revistas como Confirmado, Panorama,Primera Plana o Claudia, donde yo empecé a trabajar de manera profesional. Teníamos laburo y éramos requeridos para escribir sobre realidades menores. Como decía Miguel Grinberg, otro contracultural, nuestra función consistía en poetizar el periodismo. Pero era complicado, nos rebotaban muchísimas notas en esa época, notas incluso sobre fenómenos como el Di Tella, con gente que después se hizo muy famosa. Era raro, había un quiebre que no se si alguna vez volvió a darse de semejante forma. Alguien, por ejemplo, ofrecía contar un “happening” y en los jefes te decían: ¿Y eso a quién le puede interesar? Además, los dogmáticos de la izquierda nos detestaban porque pensaban que éramos pro yanquis.

-¿Estarías de acuerdo con lo de tu “ligera canonzación”?

-No sé, pero yo me siento realmente libre. Ya no escribo para entretener a los demás. Hago experimentos. Con Prosa Caníbalsólo quise tomarme licencias que ocurren en mi mente cuando escribo, decisiones que terminan mezclando lo real con lo imaginario, lo que fue con lo que pudo ser. A esto llego porque la verdad no existe, son todas versiones de la realidad.

-La única verdad es la realidad, decía el General, pero la realidad termina siendo una construcción. ¿Es más o menos así?

-Cuando Perón decía esa frase seguro que sabía que también la verdad atribuida a la realidad era mucho más que lo que su mente podía construir. En el budismo eso se la llama Realidad Última y ninguno de los chabones que conozco llegó a conocerla. Mi trabajo es aprender a vivir en la incerteza. Los tiempos que vienen nos pedirán eso.

-Antes mencionabas la revista "Claudia" y sonó como si hablarás de "Ohlalá"…

-Claudia pertencía a César Civita, el creador de la Editorial Abril. Fue un tipo que había trabajado con Vittorio De Sica en Italia y vino a la Argentina escapando del fascismo. A esta gente no le interesaba un periodismo complaciente. Pensá que Claudiaera una revista de minas que le pagaba muy bien a intelectuales para que escribieran ahí. Civita necesitaba líderes de opinión. No era una revista de peluquería. Tenía notas para leer, notas sobre Pasolini o Godard, y después te encontrabas con las páginas de moda cuyos copetes estaban escritos por la poeta Olga Orozco.

-¿Qué significaba Rodolfo Walsh para un periodista contracultural?

-Te lo voy a explicar con mucho cuidado. La contracultura no era algo en contra de la cultura. La contracultura es una cultura aparte que no sigue la agenda de lo establecido. No es lo opuesto sino lo complementario. ¿Walsh? A mí me gustaba el Walsh de los cuentos policiales, luego vino el del compromiso político y ya no me sentí muy identificado.

-¿En el periodismo es más fuerte la censura o la autocensura?

-Lo primero a trabajar, a mi módico entender, es la autocensura.Primero ser capaz de decirlo, después elegís si lo decís o no. En cambio si es a la inversa el hecho de que haya censura te sirve como excusa para no hacer contacto con lo que de verás querés decir.

-¿Qué opinión tenés de la corrección política?

-Es el no te metás de estos tiempos. Uno deja de ser uno mismo en la corrección política. La personas políticamente correctas finalmente son las que deciden no involucrarse.

-¿Contra que se está rebelando la juventud?

-Contra las “formas” que les impiden ser ellos mismos, aunque ni siquiera sepan bien quienes son ellos mismos...

-Juguemos con la actualidad. ¿Cómo se plantaría “la contracultura” con el caso Darthés?

-Yo le daría espacio a las dos voces sin hipocresías. Me parece muy interesante lo que que dice la antropóloga Rita Segato (“Que la mujer del futuro, no sea el hombre que estamos dejando atrás”) pero también me encanta Isela Costantini diciendo: “Si te pusiste escote, hacete cargo”. Es cierto, hay en los hombres una cosa innata de mirar escotes. El #MeToo me parece muy bien pero habría que tener en cuenta la otra mirada, sin radicalizarla.

-¿Cómo creés que se viene trabajando el tema en los medios?

-Otra grieta. Habría que atreverse entenderlo de esta forma sin asumir una sola mirada escandalizada. Las cuestiones de género son para investigar juntos, hombres y mujeres. Hemos sido patriarcales, pero hay que aceptarlo sin diabolizar: ¿a los varones nos gusta mirar escotes? Y bueno, asumiendo esto es posible que podamos salir adelante. Cuando vos enfrentás algo, lo único que lográs es potenciarlo.

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