Por María Malusardi
Una despedida es una constelación de sombras que abriga en la desesperanza. Un libro, el libro infinito de nuestras interrogaciones, en palabras de Edmond Jabès. No hay cierre en la despedida, sino apertura hacia el tiempo. El tiempo de cada lector fundido al tiempo de la historia, al que suele referirse insistentemente John Berger: “Se ha dejado de lado, cuando no eliminado directamente, cualquier sentido de la historia que vincule pasado y futuro. Y en consecuencia, la gente sufre una sensación de soledad histórica”. Por esto mismo, cada epifanía de Berger nos reincorpora al diálogo hacia dentro y, por ende, habilita al diálogo con el mundo. Confabulaciones (Editorial Interzona, 2017) no es un cierre, sino una prolongación que invita al regreso. Una despedida abre hacia el acontecimiento de otro encuentro. El mismo libro será otro libro, el autor, Berger, un amigo de voz innumerable.
Confabulaciones pide esto: en la doble acepción de su título (cuenta fábulas e invita a asociarse “ilícitamente”, es decir, en la transgresión de pensar subversivamente sobre el sistema perverso que rige y legaliza), convoca para el combate, el combate del pensamiento, que es por donde se debe empezar el cambio.
El libro, como objeto, emula una refinada libreta de apuntes. Tapas duras de tono carmesí, esquinas redondeadas y una banda elástica negra que marca la irrupción, el tiempo del reposo. Sus páginas valen la tibieza del silencio: textos, dibujos, fotos, grabados, pinturas, impresiones, hojas cuadriculadas que habilitan y tientan para escribir e incluso dibujar, es decir, para interactuar con lo que la escritura y las imágenes proponen. Es una dulce provocación. La innumerable voz de John Berger, una vez más, invita a pisar el contorno de sus ojos, a hundirse en sus aguas, a través de su piadosa e inquietante mirada. Una mirada que no por tierna deja de ser dialéctica y filosa. Berger acuna a los que sufren y da cuerpo a los que poco tienen para decir pero mucho para mostrar. Por sus páginas transitan seres que son nadie hasta que Berger colorea sus huellas con la tinta de la nostalgia, que es la emoción más hermosa para reivindicar experiencias del pasado. Todos somos nadie y cualquiera, muestra Berger, pero en ese asumirnos anodinos, si logramos hacer vibrar la cuerda de la humanidad que nos hace únicos y necesarios –si somos conscientes de nuestra existencia tan pequeña como poderosa-, dejaremos huella en alguna piedra, en algún renglón de la paciencia del mundo.
Es raro percibir afectividad en los textos de un autor. Siempre zumba el motor de la afectividad en los escritos de Berger. Confabulaciones reúne un conjunto de prosas afectivas que son apuntes: escritos abiertos (algo de crónica, algo de ensayo), que asumen digresiones mientras construyen una topografía del asombro y la dignidad.
Una despedida –un libro póstumo- es una constelación de sombras que abriga en la desesperanza. La fuerza de lo que vive en nosotros, escribe Berger en Páginas de la herida, sobrevive a la montaña. Confabulaciones incita, ampara y reivindica este salto hacia adentro.
Confabulaciones de John Berger
Interzona, 2017.
112 páginas.