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Las salas de espera de la literatura

Por JOSÉ IGNACIO TOFÉ ORTEGO

Un grupo de autores pasan los días, los meses, los años (¿la vida entera?), sentados en una sala de espera de la literatura. Envían sus manuscritos una y otra vez, (¿compulsivamente?) con la esperanza de recibir el encargo, el contrato, o el premio que les permitirá cruzar la puerta de salida.

Este lugar es como el ambulatorio, todo el mundo se queja de lo suyo. Si a uno le duele una pierna, al otro le duelen las dos y al que está sentado en la silla del fondo, le duelen las tres.

Una de las autoras recibe un mensaje, ha ganado un importante premio de novela, ¡por fin puede abandonar la sala! Se despide de sus compañeros y muy emocionada sale por la puerta para nunca más volver. Meses después uno de los autores, que sigue esperando un turno que quizá nunca llegue, manda un mensaje a la autora, le pregunta cómo se vive más allá de la sala de espera. No te lo creerás —responde la autora premiada— pero estoy en otra sala de espera.

"Hay todo tipo de dramas en este volumen. Drama personal, familiar, de pareja, de grupo e incluso el drama de un país entero"

Este recopilatorio, compilado por Ricardo Dubatti con ocho obras de autores argentinos nacidos entre 1981 y 1990 —Natalia Carmen Casielles, Diego Faturos, Andrés Gallina, Sofía Guggiari, Sebastián Kirszner, Agostina Luz López, Francisco Lumerman y Sol Rodríguez Seoane— es una sala de espera en la que conflictos y situaciones aguardan su oportunidad para demostrar todo su potencial en el escenario. Se podría ver como el camerino donde los personajes de un país se preparan para hacer terapia frente a su público. Quien quiera echar un vistazo a la dramaturgia argentina encontrará en este libro textos interesantes para montar, y autoras y autores a los que seguir e investigar.

Hay todo tipo de dramas en este volumen. Drama personal, familiar, de pareja, de grupo e incluso el drama de un país entero. La mítica terapia argentina se nota poco en unos personajes dominados por sus emociones más básicas: miedo, celos o envidia. Estas pulsiones les marcan hasta el punto que algunos se encuentran más cerca de la tragedia que del drama.

Los textos van más allá del naturalismo, creando cada uno un universo propio con reglas que se van desvelando según avanza la acción. La situación en la que algunas autoras presentan a los personajes puede leerse como una metáfora de su estado interno, del laberinto en el que se han perdido y del que desean escapar, o no. Más que voluntad de redención hay situaciones beckettianas en las que unos y otros se han acomodado a una realidad disfuncional, quizá no muy alejada de la que vivimos al otro lado de la cuarta pared, en el laberinto del patio de butacas.

"En este menú degustación se echa de menos el sabor de la comedia. O de la comedia dramática ¿Creemos que lo dramático es más importante que lo cómico?"

En este menú degustación se echa de menos el sabor de la comedia. O de la comedia dramática ¿Creemos que lo dramático es más importante que lo cómico? ¿Estamos seguros de que los momentos dramáticos nos marcan más que los momentos cómicos? No hay que olvidar que nuestra capacidad para relativizar, distanciarnos y finalmente reírnos es o que nos permite sobrevivir como especie.

En una de las obras, “Las memorias de Blanch”, las protagonistas siguen haciendo teatro después de muertas. No sé si esto sería una oportunidad para purgar tus pecados o un castigo por tus malas obras. Es divertido, y a la vez enternecedor ver cómo, incluso después de muerta, la directora busca alcanzar el éxito en el teatro. Para ello participa en un premio de dramaturgia pos-mortem en el que el premio consiste en:

“El paraíso, un millón de dólares, y una credencial VIP para circular libremente por las distintas jurisdicciones de la muerte. Además… para aquellos que deseen montar su obra se les dará libre acceso al catálogo de actores desde Grecia hasta Shakespeare”

Seguir haciendo teatro después de muertos debe ser el purgatorio o el infierno. Confío en que no sea el paraíso.

Ganador al mejor libro argentino de creación literaria: "El náufrago sin isla" de Guillermo Piro es la obra ganadora del Premio de la Crítica de la Fundación El Libro 2024