Por Macarena Moraña
Una vez, un amigo poeta me dijo que las citas de los libros hay que leerlas al menos dos veces: antes de empezar y una vez que ya se leyó todo el libro. Desde entonces le hago caso para disfrutar del efecto dual que genera el experimento. Con la cita de Juan L. Ortiz y los versos de Silvia Arazi, la primera lectura funciona de bienvenida, la última de abrazo.
La medianera aclara ser una novelita haiku y es probable que lo sea, como también es un conjunto de poemas divididos en tres partes: El muro, Umbrales y La fuga. Como también es una especie de diario demasiado íntimo, colorido, preciso, musical.
Lo primero que sabemos de la narradora es que espía a sus vecinos desde arriba, en una perspectiva elevada desde la que empieza a descubrir, nada menos, la extrañeza de lo cotidiano.
“Es interesante la cara de la gente cuando grita: hacen gestos difíciles, se deforman”
Ella es femenina como un tul de novia y despliega en estos versos la rareza que conlleva el simplísimo acto de, por ejemplo, hacer una cama que pronto será deshecha, o limpiar un vidrio sabiendo que está por llover, o comprar, además de fideos verdes, lechuga y crema de almendras, un nombre antiguo o un poco de cansancio.
Ella, al igual que el resto de los personajes, no parecen necesitar descripciones físicas porque se saben fuertes deambulando entre secretos, colores, lecturas, platos, copas, sueños y alguna canción de Los Beatles que afirma que “nada es real”.
La brevedad podría parecer un desafío imposible y demasiado inmenso para una voz así de sensible, pero quien sabe por qué mágico y atípico efecto del tiempo -y del talento- la narradora, la poeta, la autora, tiene la capacidad de desplegar un mundo sofisticado y elegante que puede ser resumido en el nombre de “Claudine”. Claudine es la vecina, la amiga, la mujer cercana, ¿el alter ego?, ¿la sombra?, ¿la guía?
“Mi vecina y yo parecemos hermanas: el mismo perfil, la misma risa. Sin embargo, algo más que la pared medianera nos separa”
Claudine es teatral, se tira en la cama sosteniendo un colador como si fuera un ramo de flores, inmersa en sus aspiraciones de ser una real mentirosa para siempre. Es innegable que tiene estilo y sentido del humor, pero sobre todo, que tiene el poder de inspirar a la voz que necesita contarla una y otra vez.
También hay besos, un amor que vuelve y “la puta muerte” que impone, tácita, firme, la única maledicencia de todo el libro.
Parece mentira que sea tanto lo que guarda, esconde y dice La medianera, una novelita haiku, un poema largo, un suspiro de mujer, una expresión feroz de intimidad de una poeta.
La medianera (2013)
Autor: Silvia Arazi
Editorial: Interzona
Género: poesía