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Reseña: Del matrimonio como una de las bellas artes, de Julia Kristeva y Philippe Sollers

Por Verónica Boix / Dos intelectuales en la intimidad

"En el amor, y solamente en el amor, ese amor que revive nuestras infancias compartidas, dejo de ser una extranjera" dice la escritora y teórica Julia Kristeva. Años más tarde su marido, el también escritor Philippe Sollers, continúa la idea: "Uno sólo puede amarse si se reconoce como niño a través y para el otro".

En ese "diálogo que no se ha interrumpido" a lo largo de cincuenta años, Kristeva y Sollers exponen la extraordinaria experiencia de vivir juntos. Las charlas reunidas en Del matrimonio como una de las bellas artes se leen con el pudor de quien es testigo involuntario de una escena íntima al mismo tiempo que busca descubrir cómo hacerla propia.

Con la frase de Céline ("El amor es el infinito puesto al alcance de los caniches"), los dos intelectuales franceses se ríen de los prejuicios y clichés actuales sobre el matrimonio.

A medida que exploran temas como la fidelidad, la pasión o el amor, logran que el lenguaje se ponga en función de la experiencia. El estilo directo y ácido de Sollers (editor de Gallimard y autor de novelas como Una vida divina), se va entrelazando con las digresiones de la semióloga (El genio femenino) en una obra que va de la filosofía al arte. La tensión en los diálogos se convierte en un juego erótico. Las ideas fluyen de una voz a otra, aportan textura y consiguen mostrar, más que contar, la vitalidad de un vínculo que parece alimentarse con la creatividad.

Podría decirse que Sollers y Kristeva son los sucesores naturales del dúo formado por Sartre y De Beauvoir. Pero, si algo queda claro, es que ninguno de los dos soporta la palabra "pareja"; apasionados por China y su cultura, eligen pensar que "la diferencia entre el hombre y la mujer es irreductible, no hay fusión posible. Se trata, entonces, de amar una contradicción, y eso es lo hermoso". "Si somos dos, somos cuatro ¿Por qué? Porque su parte femenina nunca será la mía, mi parte masculina nunca será la suya, y por lo tanto somos cuatro. Un diálogo entre dos personas, o una relación de igualdad, respeto y amor entre dos personas, consiste en saber que somos cuatro."

Es estimulante percibir un discurso amoroso nuevo, esa "apología poética de la libertad" que se va conformando a medida que ambos hablan. Lo más sorprendente son los momentos en que surgen revelaciones tiernas, irracionales: "¿Han notado ese silencio absoluto que se extiende sobre la Tierra justo antes de que caiga la noche? Sólo un oído atento a la presencia que todo ser vivo irradia desde lo más profundo puede captarlo, haciendo caso omiso de los demás sonidos de fondo. Lo que llamamos una pareja, en el sentido inaccesible del término, se forma cuando dos personas oyen esa irradiación en cada una de ellas, recíprocamente y en el mundo que los rodea".