Por Margarita García Robayo
La novela de Cecilia Szperling, La máquina de proyectar sueños (Interzona), también me pareció muy buena. La voz de la narradora es de una belleza desgarradora, el modo en que se las arreglas para no contar todo lo que cuenta, consiguiendo que el lector perciba lo dramático y lo trágico de la historia, pero como a través de un susurro o de un sueño. Fue un placer también en términos de lenguaje, raptos preciosos de buena poesía.