¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Cargar mi cerebro. Llegar a la mesa con la mente muy llena.
¿Con qué frecuencia escribís?
Escribo cuando tengo temporadas largas en las que cuento con mucho tiempo. Enero es la cima de mi escritura. Si no, unas 3 horas por día. A la noche tarde, a la madrugada, a la siesta. Todo muy caótico. Sin orden.
¿Quién te inculcó tu amor por la literatura?
La biblioteca de mi casa familiar. Pero me gustó primero escribir y luego leer. Mi emoción más alta fue cuando la maestra de primer grado me dio un cartoncito celeste en que había escrito con una letra cursiva hermosa Cecilia Szperling. Copié mi nombre y me sentí literalmente más alta. Entre levitar y Alicia en el país cuando se vuelve inmensa.
¿Por qué decidiste que tu novela se llamara La máquina de proyectar sueños?
Doble motivo. Es una novela a la que llamé fabula autobiográfica. Pertenece al orden de lo real haber entrado a la pieza de mis papás y ver un proyector encendido, pero a la realidad de mi imaginación o sueños o deseos. Tal vez tenía fiebre, tal vez lo soñé o tal vez ellos alquilaron un proyector esa noche y se durmieron con el haz de luz sobre sus cabezas. Cuando lo vi, yo me dije La máquina de proyectar sueños? Porqué les envían sueños placenteros a mis hermanas y a mí pesadillas, sueños que no son para una niña de mi edad?
¿Por qué debajo del título dice Fábula autobiográfica?
Es la vida mítica de la infancia. No los hechos puros y duros. Son las impresiones sensibles, las que me formaron como soy y que aún perduran en mí, de la exacta misma manera. Es fábula fabulosa, la historia onírica y esa materia fundante de la que estoy hecha.
¿Cuál fue la imagen disparadora que da inicio a la historia?
Deambular sola por los pasillos en la casa a la noche. Y un estallido de luz, como un relámpago, que nos pasó una vez con mi padre operando un juego de química. No sé qué azufre combustionó y yo tenía una camisón de plush. Podría haber sido una nena en llamas, incendiada. Pero mi padre lo dominó y solo quedó el testimonio de esa llamada como una marca negra en el camisón rosa. Nos miramos con ojos brillantes y victoriosos y luego me subió en sus brazos hasta la habitación que compartía con mis hermanas. Ellas dormían. Como ocurría siempre, ellas durmiendo y yo desvelada.
¿Cómo fue el proceso de escritura para que la voz narradora sea la de una niña?
Reviví todo como si me pasase en ese momento. Estaba todo intacto. Inscripto en mi con esas palabras y de esa manera.
¿Cómo surge la idea escribir capítulos cortos?
Me propuse una imagen y una situación a la vez. La vida tiene tantos planos y tantas cosas suceden al mismo tiempo. Para esta novela sabía que solo podía contar una imagen pregnante por vez. De otro modo, la intensidad, se vería licuada, diluida.
¿De qué temas se nutre tu escritura?
De la poesía. De Juana de Ibarbourou, de Silvina Ocampo, de Gabriela Mistral.
¿Qué libros o autores recomendarías?
Las aventuras de la china iron, de Gabriela Cabezón Cámara.
Black Out, de María Moreno.
Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enrriquez
Matata amor, de Ariana Harwicz
La casa de los conejos, de Laura Alcoba
Él cuerpo que habito, de Guadalupe Nettel.
Todos geniales.
¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con Interzona Editora?
Me encanta el catálogo, y los libros bellos. Flavia Da Rin había hecho un par de fotos para la novela antes de que exista. Y necesitaba una editorial que pudiera poner en tapa esa obra de Flavia. Se lo di a Guido Indij. Lo leyó su genia mujer Constanza Brunet. A la semana me citó y me dijo Sale!! Y resultó un objeto tan bello!!!
¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
En la continuación. Las hermanas tienen 12, 15 y 18 años. Estoy entregada con una intensidad tan brutal!!! estoy disfrutando la escritura como nunca.