El gran espejo del amor entre hombres es una apología del amor homosexual. Antes de la lectura de la obra es recomendable leer con detenimiento la extensa introducción de Carlos Rubio (todas sus introducciones deberían ser siempre de obligada lectura), traductor de la obra junto a Akiko Imoto. En ella, se explica en detalle las características y particularidades del amor entre hombres, que en el Japón del shogunato era perfectamente lícito y admitido por la sociedad; de manera que no hay en las historias de Ihara nada de la clandestinidad o el ocultamiento que podría esperarse si las historias que componen el libro hubieran sido escritas en Europa en la misma época o aún en siglos posteriores.
Ihara Saikaku dividió la novela en dos partes, la primera está dedicada a la práctica homosexual entre samuráis, mientras la segunda se centra en los actores de teatro. Satori Ediciones ha dividido la obra en dos tomos, de los cuáles esta es la primera entrega bajo el subtítulo Historias de samuráis.
Tal vez la idea de un samurái apasionadamente enamorado no coincida con la imagen de hombre aguerrido que en Occidente tenemos de los guerreros japoneses. Sin embargo, las historias de Ihara Saikaku ponen de manifiesto que los samuráis seguían el «camino del amor viril» con la misma imperturbable devoción con la que seguían el camino de la espada. Como casi todo en el Japón premoderno, las relaciones homosexuales entre hombres estaban sujetas a un férreo código que los amantes debían acatar; en el caso de los samuráis, asumir ese código era una muestra más de su rectitud, fidelidad y honorabilidad.
Sin embargo, ambos códigos, aquel por el que se regía el amante homosexual y aquel por el que se regía el samurái, podían entrar en conflicto. Sobre ese enfrentamiento versan las historias recogidas en El gran espejo del amor entre hombres. Historias de samuráis. Por ejemplo, el honor del samurái impedía mostrarse cobarde; así, en “La carta de amor dentro de una lubina”, el bello Jinnosuke mata a su amante, que pretendía que se entregara a otro hombre que había amenazado sus vidas, por considerar innoble su falta de valor.
La fidelidad y el respeto por la propia honra dan lugar en ocasiones a intricadas historias, como la de “El duelo aplazado tres años”. En ella, Uhei y Seizo aplazan el duelo a muerte que debe enfrentarlos por el amor del joven Matsusaburo hasta el momento en que este celebre su mayoría de edad y, en consecuencia y según las normas que regían el amor entre hombres, deje de estar disponible como amante.
En general las veinte historias de El gran espejo del amor entre hombres son un ejemplo de pasión al tiempo que, curioso contraste, de rígida obediencia a lo estipulado. E Ihara Saikaku las acomete con soltura y centrándose en los aspectos esenciales para el desarrollo de cada narración; al tiempo que se detiene en la descripción de detalles que pudieran parecer accesorios, como los paisajes o los vestidos y peinados, pero que son vitales porque crean un conjunto colorido y ameno que cautiva. No en vano Ihara es uno de los novelistas más destacados de las letras japonesas, háganle un hueco en sus estanterías.
Por Sra. Castro