Luisa Valenzuela nació en Buenos Aires, un 26 de noviembre, anuncia a modo de presentación en la biografía de su web. Después de un periplo de varios años en París y Nueva York, con largas estancias en Barcelona y México, cierra el círculo de nuevo en su ciudad natal, de la que es Ciudadana Ilustre. A lo largo de una experimentada carrera, que abarca ya cincuenta años de ininterrumpida dedicación al periodismo y la literatura, ha publicado más de 30 libros, entre novelas, volúmenes de cuentos, microrrelatos y ensayos.
El XV Congreso Internacional de la Asociación de Estudios Literarios Hispanoamericanos que se celebra del 19 al 22 de septiembre en la Casa de Colón rinde homenaje al llamado Boom latinoamericano, el fenómeno que revolucionó el mundo editorial de la literatura en español desde Hispanoamérica a partir de los años 60 del siglo XX. La pluma de Valenzuela como escritora y también como periodista, fue testigo excepcional de este 'huracán' de creación literaria que arrasó Europa ', llegando a ser calificada por el escritor mexicano Carlos Fuentes como la verdadera «heredera del Boom». Por eso era tan importante contar con su testimonio en esta cita excepcional.
Valenzuela, que ofrece la conferencia de clausura 'Vivir para contarlo' en este importantísimo congreso el día 22 de septiembre, abordará en la misma su relación personal con el fenómeno que creó iconos literarios como Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa o Juan Rulfo, entre otros muchos. «Fui una observadora fascinada, sin por eso aspirar a inmiscuirme, ni siquiera en mi calidad de periodista», aclara. «Había vivido muy de cerca una especie de 'pre-boom' con los grandes escritores argentinos en mi casa de infancia y tenía mi cuota colmada. Pero lo vi nacer y crecer y expandirse, de ahí el título de mi conferencia: 'Vivir para contarlo'», explica la escritora.
Fue nominada como heredera del movimiento literario por Carlos Fuentes, uno de sus autores de referencia
Las aportaciones del legado de uno de los fenómenos editoriales del siglo XX van, a su juicio, más allá del mérito literario. «El Boom!, que solía escribirse con signo de admiración final», puntualiza la autora, «tiene muchos aspectos positivos, más allá del habernos dado a conocer importantes obras. Sumó la literatura a la vibrante e innovadora energía que circulaba en el mundo del arte y, sobre todo, logró un reconocimiento global de lo latinoamericano, integración que teníamos muy relegada en nuestros países del Sur», asegura.
No obstante, no todo fueron luces en el proceso. «La exclusión de muchos nombres muy valiosos, no sólo del género femenino», es uno de sus puntos débiles, conviene. «El desentendimiento de las diversidades de cualquier tipo», otro. «Pero, no se puede pedir todo…», justifica la autora, que avala su actitud comprometida con la realidad en la que vive desde sus inicios como periodista, hecho comprobable desde su primera novela, 'Hay que sonreír', en la que aborda el problema del feminicidio, hasta nuestros días.
Recientemente, acaba de reeditarse 'El gato eficaz', texto original y provocativo, alabado por autores como Cortázar y Carlos Fuentes, que fue escrito por en 1969 durante una larga estadía creativa de su autora en la Universidad de Iowa, y publicado por primera vez en México. Pero, ¿cómo cree Valenzuela que su obra ha resistido el paso del tiempo? «No me cabe a mí interpretarlo», contesta rauda, «pero algo de eso hay, y no me sorprende. Cuando se trabaja desde la médula del lenguaje, sin imposiciones externas, sin pretender otra cosa que no sea la fidelidad a lo que fluye, suelen surgir sorprendentes premoniciones. Escritores y escritoras somos una antena para pescar lo que flota en el aire mucho antes de que se concretice», aclara reflexiva la escritora.
Tras la pandemia, publicó 'Los tiempos detenidos. Encierro y escritura', un relato crudo y por momentos humorístico del dolor físico de una enfermedad personal (meningoencefalitis) y colectiva (la crisis del COVID-19). Sin embargo, Valenzuela duda sobre si autocalificarse superviviente.
Luisa Valenzuela se muestra irónica cuando la conversación deriva hacia el tablero electoral en Argentina a día de hoy. «Si yo fuera marciana, me resultaría entretenidísimo», asegura divertida. «Es lo más disparatado que hay, con un par de candidates (el lenguaje inclusivo viene a cuento) de la oposición que proponen dinamitarlo todo y prometen lo impracticable. Por desgracia soy argentina, argentina de todo corazón, y me resulta aterrador, si bien conservo las esperanzas de que, a último momento, mis compatriotas recuperen la sensatez y voten al único candidato coherente. A estas alturas, con la coherencia alcanza», sentencia la periodista que fue y siempre será sobre la realidad social de su país.