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Un clásico universal que regresa: "El gran espejo del amor entre hombres"

por Damián Cotarelo

Hirayama Togo (Osaka, 1642-1693), fue un poeta y novelista japonés considerado una de las más brillantes plumas literarias de la historia nipona. Culto y extremadamente creativo, saltó a la fama por su gran capacidad y prisa para componer haikai-no-renga, una variante de poesía tradicional que lo llevó -según cuenta la leyenda- a inventar la insólita cifra de 23.500 versos durante una jornada, que tuvo lugar en el santuario de Sumiyoshi (Osaka) hacia mediados de 1680.

Gracias a proezas como ésta, y ya conocido bajo su seudónimo de Ihara Saikaku, un par de interesantes novelas como “Koshoku Ichidai Otoko” (1682), “Koshoku Gonin Onna” y “Koshoku Ichidai Onna” (ambas de 1686), le reportaron un gran respeto del mundo literario. Aunque, sin dudas, uno de sus textos más importantes, y por el cual se lo considera como el escritor más relevante de todo el Período Edo (conocido también como Tokugawa, delimitó el gobierno del citado clan shogunato) es el clásico “El gran espejo del amor entre hombres”, que hoy retorna renovado.

De la mano de una coqueta y hermosísima edición deluxe, esta ancestral obra que toma la traducción completa de The Great Mirror of Male Love -primera edición completa en inglés de Nanshoku ôkagami (1687)-, permite descubrir algo muy poco conocido por el lector occidental: el Japón del nanshoku o amor homosexual (también llamado “vía del amor viril”), una senda que en aquella tierra antigua y premoderna era tolerada y respetada.

Editada por Interzona, esta indiscutible joya de la literatura universal está conformada por una colección de cuarenta relatos que describen las relaciones amorosas homosexuales entre hombres, las cuales tenían lugar entre un adulto y un adolescente (llamado wakashu), allá por el siglo XVII. Cuando el joven “alcanzaba los 19 años, era sometido a una ceremonia de presentación en sociedad en la que se le otorgaba el estatus de hombre adulto, y desde entonces era él quien asumía ese rol en las relaciones con otros adolecentes”, explica desde uno de los párrafos de una extensa y completísima introducción, el profesor norteamericano Paul Gordon Schalow. Preparada especialmente para la versión aparecida en 1990 (Stanford University Press), el profesor de Literatura japonesa también brinda detalles y características de la homosexualidad masculina, al tiempo que cuenta que en las creaciones de Saikaku no había clandestinidad u ocultamiento alguno, pues esta elección era “perfectamente lícita y admitida por la sociedad”.

Dueña de una presentación que incluye tapa dura, stamping dorado y una novedosa encuadernación tipo japonesa, en esta flamante segunda edición (que reúne todos los escritos en un solo volumen), el autor recorre la práctica entre samurái, monjes y actores de teatro.

Los libros de amor sexual, como el Nanshoku ôkagami, se reprodujeron en Japón durante el siglo XVII en respuesta a una demanda de la clase urbana emergente -llamada chônin (habitantes de las ciudades)-, compuesta por mercaderes y artesanos, y retrataban la presunción cultural de que el amor romántico no se encontraba en la institución del matrimonio sino en el ámbito de la prostitución.

Controvertidos durante muchos años, debido a su fuerte contenido erótico, la censura se hizo sentir sobre este tipo de materiales durante muchísimo tiempo; y un ejemplo de ello fue la tardía fecha en que, por ejemplo, vieron la luz por primera vez las obras completas de Saikaku: 1949.

 

“El gran espejo del amor entre hombres”, una maravillosa recopilación de historias de amor sexual homo que reflejan extraordinariamente una época tan particular como lejana.

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