Traducción de Carlos Gamerro
Hamlet es un embajador de la muerte. Hamlet sabe lo que el más allá esconde. Y nos lo cuenta. Tal vez sea ese, entonces, uno de los motivos para que este texto siga teniendo esta infinita persistencia: que siempre sepa volver, que nunca se vaya. Hamlet –y Shakespeare con él– mira de frente a la muerte, habla con ella, nos cuenta su verdad. Compartí junto a Carlos Gamerro –yo iba a dirigir esta obra– el proceso que él llevó adelante para la traducción de Hamlet: la pasión que tuvieron esos meses de trabajo sobre este texto extraordinario es comprobable en el libro que tenés entre las manos. Esta traducción entonces –que no es sino aquel puñado de palabras de quien supo estar del otro lado y volvió– está hecha para ser dicha en voz alta, para que todos quienes amamos el teatro (nos dediquemos a él o no) vayamos por ahí repitiendo los versos que Carlos Gamerro volvió a escribir en este, nuestro idioma. Seamos nosotros, también, persistentes embajadores.
Alejandro Tantanian
William Shakespeare nació en Stratford-upon-Avon, Inglaterra, en 1564 y falleció en 1616. Actor, poeta y dramaturgo, fue autor de una célebre colección de sonetos, dos poemas dramáticos y cerca de cuarenta obras teatrales, incluyendo comedias, tragedias, dramas históricos y los romances de su última etapa. Con Hamlet (1600) se inicia el período de sus grandes tragedias, que continuará en Otelo, Rey Lear y Macbeth. Sería difícil, y ocioso, tratar de resumir en pocas líneas la influencia e importancia de su autor. Alejandro Dumas padre dijo sin exagerar “Después de Dios, Shakespeare es quien más ha creado”. Y Jorge Luis Borges, en Everything and Nothing, dice de él: “Nadie fue tantos hombres como aquel hombre”.